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jueves, 24 de junio de 2021

Don Juan Delgado Bruzón, alcalde, empresario, hombre generoso y desprendido

 

Así se expresaba Carlos Delgado Álvarez de Sotomayor en los números 246, 247 y 248 (octubre a diciembre 2008) de la revista El Pontón

Hay en la historia de los pueblos personajes a los que el tiempo borra del recuerdo por razones distintas.  Personas que en su época marcaron estilo, dieron impulso a la economía, fueron estrellas en el panorama cultural, etc.  


Es el caso del personaje que traemos a nuestras páginas: D. Juan Delgado Bruzón, alcalde, empresario y hombre emprendedor que vivió en la etapa de mayor desarrollo económico de Puente Genil: el último tercio del siglo XIX y el primero del XX.  A través de estas notas, tomadas en su mayoría de lo recogido por Arroyo Morillo en la revista MI PUEBLO y de los recuerdos de la familia, queremos hacer honor a la memoria de este prohombre de Puente Genil.

Juan Delgado Bruzón
Era hijo de D. Carlos Delgado Parejo y D.ª Carmen Bruzón García Garáiz.  Su madre era oriunda de La Habana, lugar en donde la conoció su padre, que estuvo destinado allí como titular de un juzgado, como Asesor titular en Nueva Filipina y Auditor Honorario de la Armada.  Volvió a Puente Genil y se dedicó a las explotaciones agrícolas.  Así, Juan Delgado Bruzón nació en la casa nº 23 de la calle de la Plaza, el 2 de noviembre de 1859.  El pueblo en que vio la luz era una villa de unos diez mil habitantes, a la que se llegaba por caminos mal arreglados y apenas transitados, por su lejanía de las vías principales, e infestados de bandoleros que imponían su voluntad a los amedrentados viajeros.  Eran tiempos difíciles, de incertidumbres políticas y de luchas por el poder.  A los cinco años asiste a uno de los acontecimientos más importantes de la historia de Puente Genil: la inauguración de la vía férrea.  El tren inaugural, en el que se pasearon la corporación municipal con el Ministro de Fomento, hizo su recorrido el 10 de agosto de 1865.  Dado que se puso en funcionamiento la estación, se construyó el camino de acceso a la misma a través de la Cuesta del Molino y comenzó la expansión de la localidad hacia la Matallana.  El impulso a las comunicaciones trajo otra revolución: la del adecentamiento de las calles.  El tren trajo una figura indiscutible para el desarrollo económico local: Leopoldo Lemonier, ingeniero que, además de otras muchas obras, proyectó el definitivo arreglo del puente sobre el Genil, al que dotó del arco que da a la parte del Pontón de D. Gonzalo (los otros dos, son del siglo XVIII).

Desde muy joven sintió Juan Delgado la pasión por el mando, aunque sin ánimo de provecho propio, sino por el bien de la comunidad.  Este sentimiento le llevó a cursar estudios militares.  Mas, viendo que era la política y no la de las armas su vocación, abandonó el ejército para dedicarse a ésta y a la agricultura en su pueblo.  El 1 de mayo de 1882 contrae matrimonio con D.ª Ascensión Delgado Parejo, que era su prima hermana (sus padres eran hermanos), y funda el hogar familiar en la casa de la calle Delgado 2, que, hasta hace pocos años se mantuvo tal como él la habitó, con la excepción hecha del molino de aceite que poseía, que fue comprado por Juan Villafranca Porras a principios de los años ochenta del siglo XX, para construir su vivienda.  Esa casa merecería un artículo aparte, pues son muchas las anécdotas y circunstancias que en ella se vivieron.  Mas sigamos con la biografía de D. Juan. 

Familia Delgado Bruzón
Familia Delgado Bruzón

Es nombrado jefe local del partido Monárquico Liberal, puesto en el que sucede a su padre don Carlos Delgado Parejo.  El 1 de julio de 1887 entra a formar parte del ayuntamiento por primera vez, ocupando el puesto de primer teniente de alcalde.  Desde ese día hasta el 14 de abril de 1931, fecha de proclamación de la Segunda República, participa de una u otra forma en la vida pública local (bien directamente como alcalde o concejal, o a través de puestos de responsabilidad en organismos municipales y económicos de Puente Genil).  Es nombrado Alcalde por primera vez con treinta años recién cumplidos, el 1 de enero de 1890.  La última vez que deja el cargo es el 29 de noviembre de 1928, con sesenta y nueve años.  Toda una vida dedicada a la política, en la que constancia, altruismo y tenacidad serán las luces que alumbren su conducta.

Juan Delgado Bruzón, niño
Juan Delgado Bruzón, niño
Sin tener en cuenta las veces que fue alcalde de forma accidental, cuatro etapas son las que ejerció el cargo de forma continua.  La primera es la ya apuntada y la de menor duración.  Desde el principio deja claras sus intenciones de hacer de este un gran pueblo.  El 1 de julio de 1890 manifiesta a la corporación municipal “la necesidad de la ejecución de las obras necesarias para conseguir la pureza y encauzamiento de las aguas potables, siendo de gran necesidad procurar al vecindario aguas de buena calidad, por ser el agua vehículo de los gérmenes de las enfermedades infecciosas y ser la del río Genil de malas condiciones a causa de descargar en él otras poblaciones un torrente diario de materias repugnantes y hediondas”.  Es su gran preocupación procurar a sus convecinos agua buena y abundante y su gran deseo tener la oportunidad de proporcionársela.  En aquella época, muchas de las aguas que se utilizaban para consumo humano venían directamente del río, sin depurar.  Eso fue causa de muchas de las enfermedades que aquejaban a la población, especialmente en verano.  Además de este deseo que no se vería cumplido hasta cuarenta años después (en su última etapa como primer edil), en su primer mandato hay que destacar varias disposiciones de carácter sanitario y la medida de empedrar el puente.  Tras siete meses de gobierno, motivos de salud le obligan a dimitir del cargo, aunque continúa como concejal.  En esa época dirige la sociedad eléctrica La Aurora.  Unos años antes había sido impulsor y cofundador –con el eximio poeta Manuel Reina, del que era amigo y coetáneo, y otros paisanos– del Casino Liceo, del que tantas fue su presidente.  Con José Morales Estrada y otros socios fundó también la fábrica de aceite de Santa Elena, que luego pasaría a ser sólo de la familia Morales Delgado y Morales de la Cámara y que fue de las primeras de Andalucía y España en exportar aceites de oliva finos –como eran denominados entonces- a América.

Después de una sesión municipal borrascosa que tuvo lugar el 1 de enero de 1902, toma nuevamente posesión de la alcaldía el día 6 del mismo mes. El día 17 de mayo es la Jura como Rey de España de S. M. D. Alfonso XIII y con tal motivo se desplaza a Madrid en representación del Ayuntamiento y es recibido por el Rey el 23 de mayo y por el Ayuntamiento de Madrid el 24, al objeto de fraternizar con las Representaciones Locales. Con ocasión de este viaje ofrece sufragar con su peculio propio los gastos que le ocurran en la Corte, cosa que le es aceptada y agradecida. No es la única vez que lo hace; cuando en otro de sus período de mando dirige una instancia al Director General de Agricultura, Industria y Comercio, el diputado a Cortes por este distrito, don Martín Rosales, solicitando la creación en este término de un Campo de Experimentación Agrícola, por los beneficios que a este población eminentemente agrícola había de reportar la enseñanza de los modernos sistemas de cultivo, afirma que si lograba la concesión y el Ayuntamiento no podía sufragar los gastos, él estaba dispuesto a facilitarlos en beneficio de sus convecinos. Es uno de los rasgos más distintivos de D. Juan Delgado Bruzón, todos sus períodos de alcaldía le cuestan dinero.

Los vaivenes de la política nacional se reflejan en la local y el 22 de julo de 1903 le toca cesar como Alcalde, cargo que vuelve a ocupar en efectivo, después de un período de interinidad, el 16 de noviembre de 1905. Un mes después, el 14 de diciembre, crea la Escuela de Artes e Industrias con el fin de que reciba instrucción la clase artesana, y el 29 de junio de 1906 a las seis y media de la tarde inaugura el monumento erigido por suscripción popular al eximio poeta Manuel Reina en la casa en que nació, monumento que a él le cabe (son sus palabras) “la triste satisfacción de descubrir”. Tristeza por la desaparición del amigo con el que compartió los juegos de la niñez, las ilusiones de la juventud y las luchas de la virilidad; satisfacción por ser él en nombre del pueblo quien le rinda el merecido homenaje. Satisfacción en rendir homenaje a un convecino ilustre en el orden nacional, regional o local, la siente don Juan Delgado siempre a lo largo de toda su vida; así cuando el 11 de enero de 1928, en su último período de Alcaldía, se nombre Hijo Predilecto a don Rodolfo Gil Colón (nota del blog: confunde Arroyo Morillo el segundo apellido de Rodolfo Gil Fernández), ilustre literato, director de la Escuela Centra de Idiomas; así cuando el 5 de julio de 1928 apoya la petición de los vecinos de Miragenil que “teniendo en cuenta las dotes de caballerosidad, honradez, y altruismo de su convecino don José Marta López Quintero, recientemente fallecido quieren que se rotule con el nombre de José Marta cualquier calle de dicho barrio” y se designa para dicho objeto la calle Posadas.

Juan Delgado Bruzón
Véase la revista El Pontón núm. 379, diciembre 2020

No cesa como Alcalde efectivo en este su tercer período de mando hasta el 1 de julio de 1906, pero desde el 12 de mayo de 1907 en que pide licencia por tres meses, por los consabidos motivos de salud, licencia que es objeto de prórrogas sucesivas, no vuelve a aparecer por el Ayuntamiento. Parece que comienza en esta época un eclipse en la vida política de don Juan; continúa evidentemente interesado en la política loca y sigue influyendo en ella, pero no ocupa cargos públicos y parece dedicar toda su atención a la agricultura. Poseedor de tierras en pagos muy fruteros de aceituna, elabora excelentes aceites con los que consigue a lo largo de su vida numerosos premios y menciones honoríficas, siendo quizás el principal de ellos, el Primer Premio, regalo del Rey don Alfonso XIII, obtenido en la Exposición Regional de Aceites de Oliva organizada por la Cámara de Comercio de Córdoba, el 15 de enero de 1908.

Para acabar con la anarquía política y social imperante en España, inicia el 13 de septiembre de 1923 el General Primo de Rivera, desde la Capitanía General de Cataluña en Barcelona, el período histórico que se conoce con el nombre de Dictadura.  Con este motivo se inicia una era de paz y tranquilidad y hombres afectos a la nueva situación van ocupando el poder en los distintos pueblos y ciudades de la nación.  Los Ayuntamientos que se suceden, no se dedican ya a deshacer la obra del anterior, sino a continuarla, completarla y perfeccionarla y el resultado se traduce inmediatamente en bienestar y progreso; progreso mayor o menor de cada localidad, según la acertada gestión de sus Hombres de la Dictadura. ¡Nuestros hombres de la Dictadura! ¡Magnífico plantel de hombres magníficos con los que Puente Genil está en deuda! Leales, abnegados, trabajadores, sacrificados por sus convecinos, la mayor parte de ellos nos abandonaron ya para siempre. Unos porque perecieron en la Tormenta Revolucionaria que había de asolar España unos años después, otros, porque les llegó serenamente el fin de sus días: algunos, y quiera Dios que, por mucho tiempo, continúan entre nosotros. Y al frente de un grupo de estos hombres, toma de nuevo el mando D. Juan Delgado Bruzón el 25 de marzo de 1926.

Con tan excelentes colaboradores su gestión resultó un éxito completo. Aprobada la Carta municipal el 11 de mayo de 1926, Puente Genil se engrandece y prospera por días; se abren nuevos comercios e industrias; se construye un puente económico sobre el río Yeguas y se reforma el del Genil;, se organiza el Servicio de Extinción de Incendios con camiones y moderno material; se construyen alcantarillas y caminos vecinales; se hacen mejoras en el Asilo de Ancianos Desamparados; se adoquinan y reparan las calles; se repara el templo de la Veracruz por suscripción, a la que contribuye el Ayuntamiento; se reorganizo la Banda Municipal y se inauguran la nueva sucursal que establece en la población el Banco Central, festejada por éste con la entrega de cien cartillas con 25 pesetas y 1.000 pesetas para los establecimientos de la Beneficencia; y la nueva Central de la Compañía Telefónica. También está Puente Genil presente en la vida nacional en este período de su historia. Así, se rinde homenaje a los nobles e intrépidos tripulantes del Plus Ultra, se celebran fiestas en honor de los soldados que han tomado parte en las diversas campañas de África, se suma al Homenaje Nacional al General Primo de Rivera y se contribuye a las suscripciones abiertas en beneficio de los damnificados en la Catástrofe del Teatro Novedades de Madrid y en la explosión de Melilla.

Puente Genil está bien defendido por hombres que lo aman. El 10 de mayo de 1927 se da lectura al proyecto judicial del Territorio de la Audiencia de Sevilla, por el que se adjudica nuevamente a Aguilar de la Frontera la Capitalidad del Partido. El Ayuntamiento presidido por don Juan Delgado Bruzón acuerda por unanimidad pedir la traslación de la Capitalidad del Partido a esta Villa, “teniendo en cuenta el mayor número de habitantes, la superioridad industrial y mercantil de esta Villa sobre Aguilar y las mejores comunicaciones que tiene Puente Genil con los demás pueblos que han de concurrir al Partido” y decide concurrir a la Información Pública, haciendo resaltar por medio de estadísticas la superioridad antes señalada. Igualmente, el 16 de junio de 1928 acuerda el Ayuntamiento a propuesta de su primer Teniente Alcalde, aquel benemérito ciudadano que se llamó don José Flor Reina Carvajal, estudiar la posibilidad de interesar del Ministerio de Instrucción Pública la instalación en esta villa de in Instituto de Segunda Enseñanza Elemental. Acuerdos que, si bien no prosperaron, no empañan en lo más mínimo el mérito de los hombres que los tomaron.


Hemos dejado para e final a propio intento las dos obras más transcendentales iniciadas y concluidas en este período: la construcción del nuevo Ayuntamiento, necesidad anteriormente sentida, proyecto de alegre y airosa traza, obra del arquitecto don Luis Berges Martínez y la captación y gran traída de aguas -¡por fin iba a realizarse la gran ilusión de don Juan!- de Fuente Álamo y Monte Cañero (con su complemento de la construcción del Depósito Regulador), proyecto del ingeniero don Antonio Carbonell y Trillo Figueroa, para sufragar la cual concierte el Ayuntamiento un empréstito de 500.000 pesetas con el Banco de Crédito Local de España y no siendo suficiente esta cantidad una ampliación de 150.000 pesetas más con la misma entidad.

Terminadas estas obras, presenta don Juan el 23 de noviembre de 1928 la renuncia de sus cargos de Alcalde y Concejal, dimisión que le es aceptada seis días después. Pero vuelve a reaparecer como Concejal y primer Teniente en el Ayuntamiento que se constituye en 1930 a la caída de la dictadura, volviéndose a distinguir de nuevo por su combatividad, esta vez desde la oposición.

Efectivamente, D. Juan Delgado da una prueba más de su lealtad a sus ideales adhiriéndose el 9 de marzo de 1930 a un escrito valiente de D. Antonio Estrada Morales -¡otro de aquellos hombres inolvidables que se nos fueron!- en el que “manifiesta su enérgica protesta por la rotura de la placa que da nombre a la calle Primo de Rivera y solicita sea repuesta en el mismo sitio donde fue quitada", y el 13 de mayo del mismo año vuelve don Juan al ataque al manifestar que aún no se había efectuado dicha reposición.  Esta situación no podía durar mucho y el 31 de mayo tiene que cesar como miembro de la Comisión Permanente, aunque continúa luchando desde su puesto de Concejal en el que le sorprende el 14 de abril de 1931.

Aquí se acaba ya la vida política de D. Juan Delgado Bruzón. A la bandera de su Unión Patriótica le había salido una ancha morada que la afeaba, pero todavía habría de vivir o suficiente para ver cómo esa mancha volvía a teñirse de rojo con la sangre de cientos de miles de españoles.

Al comienzo de la República los cambios fueron relativamente moderados; el nomenclátor callejero puede darnos la pauta: se cambian fechas y se sustituyen nombres. Así, la calle 13 de septiembre para a llamarse 14 de abril; Alfonso XIII, Alcalá Zamora; Reina Victoria, Victoria Kent.

Pero España se va despeñando por el precipicio de la anarquía y la horda se lanza a la calle. D. Juan Delgado Bruzón, hombre de valor rayano en la temeridad, consciente de sus deberes ciudadanos se enfrenta más de una vez con ella, pistola en mano, haciéndola siempre retroceder, sabedora de que enfrente tenía un hombre que iba a vender cara su vida. Ya no tiene sitio en el ayuntamiento, su puesto está en la calle con más de 75 años para sostener un edifico que se cuartea: la Nación.

España se “rusifica” y Puente Genil se “rusifica” también. El 20 de junio de 1936 se nombran Ciudadanos de Honor a las “víctimas del Fascismo Internacional”: Luis Carlos Fuentes –el comunista brasileño-, Ernesto Thaelmann –el alemán encarcelado en tiempo de Hitler-, Matías Rakosi –el húngaro cuyo nombre tanto juego dio en la sublevación magiar de 1935-, y Ana Pauker –la estalinista rumana caída en desgracia bajo el mando de Kruschef-.   si en el inmortal poema del 2 de mayo se dice que hasta las tumbas se abrieron gritando: ¡Venganza y Guerra!, también podríamos decir aquí que las tumbas del Guardiamarina Godínez y Mihura, del Contralmirante Delgado Parejo y del insigne poeta Manuel Reina, verdaderos Ciudadano de Honor de Puente Genil, se estremecerían hasta sus cimientos al contacto de sus nuevos “compañeros”. Estamos llegando al límite: ña calle Madre de Dios pasa a llamarse Máximo Gorki; la Plaza de España, Plaza de Carlos Marx; la Plaza del Romeral Plaza de Lenin.

¡Pasó la tormenta! Debido a un conjunto de circunstancias favorables, don Juan Delgado Bruzón consigue salvar su vida y asiste a la entrada de las tropas nacionales en Puente Genil el día 1 de agosto de 1936. Aún vivió algunos meses más. De estatura más bien baja, pelo corto y bigote canoso, podía vérsele, desde bien temprano, deambulado lentamente por las calles, apoyándose en su bastón, haciendo frecuentes paradas para observarlo todo fijamente, o bien montado en su coche -¡aquel coche de don Juan, por su fiel Aires!- camino del campo o de regreso de él, o entrando en el Casino Liceo, o sentado de tertulia en la imprenta de su buen amigo don Tomás G. Caballos, a quien tanto apreciaba.

Después de regresar del campo el 25 de abril de 1937, notó los primeros síntomas de la enfermedad que habían de llevarle a la tumba; su fuerte naturaleza luchó todavía durante un mes con ella y con los escasos medios de que se disponía en una España en guerra y a las ocho de la mañana del 25 de mayo de 1937 falleció. Contaba 77 años, 6 meses y 23 días.

España se debatía en una lucha a vida o muerte que absorbía toda su atención y todas sus energías, y el traslado de sus restos al Cementerio Católico de Puente Genil efectuado al día siguiente, no tuvo la repercusión oficial que, de haber fallecido en otras circunstancias más favorables, indudablemente hubiese tenido. Pero el sentimiento fue general entre las muchas personas que lo conocían y que por conocerlo lo apreciaban.

“MI PUEBLO” rinde emocionado homenaje en el primer centenario de su nacimiento a esta gran figura pontanensa que, por encima de defectos y virtudes, en las que éstas superaron con mucho a aquellos, fue sobre todo y en todo momento UN HOMBRE DE BIEN.

lunes, 21 de junio de 2021

Don José Arroyo Morillo, MAESTRO nacional y cronista

Pintores y poetas, arquitectos y sacerdotes, toreros y políticos, viajeros e industriales ocupan un lugar privilegiado en la memoria colectiva de la localidad. Pero de manera inexplicable hay hombres lúcidos, cultos y formados, generosos y comprometidos con el prójimo, defensores incansables de la cultura,  del saber y del conocimiento quienes, sin saber el motivo, desaparecen del recuerdo del pueblo.


Quizás sea este el caso de don José Arroyo Morillo. Un hombre que participó en todas las esferas de la sociedad de su tiempo, y siempre de manera desinteresada; formador y educador de generaciones, cuya labor ha ido cayendo paulatinamente en el olvido. 


Una injusticia desgarradora que las siguientes líneas no repararán, pero contribuirán a dar a conocer la labor de un hombre bueno que dio su vida a Puente Genil.


En 2008 una jovencísima Teresa Eugenia Porras Aires glosó la figura del eminente maestro (pues por encima de todo, siempre fue maestro) en una serie de cuatro entregas publicadas en los números 241 a 244 (abril a julio de 2008) de la revista El Pontón, y que ahora reproducimos. Un trabajo precioso y concienzudo,  perfectamente documentado, sobre la vida del cronista Arroyo Morillo.


Sin embargo, son quienes fueron sus alumnos, aquellos que disfrutaron de su ansias de conocimiento y de su inquietud por el saber, quienes de verdad mantienen vivo su legado.


D. José Arroyo Morillo, nació en la aldea de Sotogordo –de lo que siempre se sintió profundamente orgulloso–, convirtiéndose en uno de los personajes más conocidos, queridos y reconocidos de la localidad, gracias a su inquietud cultural, a sus numerosas actividades en el campo de la arqueología, las letras, sus numerosas colaboraciones en revistas locales, publicación de libros o su faceta de conferenciante. Pero por encima de todas las cosas, siempre se sintió especialmente orgulloso de ser maestro, en un tiempo en que serlo conllevaba, casi, ser un sabio.

Nace el 25 de junio de 1911 en el idílico paraje de una aldea, en la que vive una infancia feliz y donde el contacto con la naturaleza y la sociabilidad de sus gentes forma a personas de la talla de D. JOSÉ ARROYO MORILLO. 

A los doce años publica su primer artículo en el semanario local “EL AVISO”, dirigido por Baldomero Giménez. Sería el germen de una afición que nunca abandonaría. 

Con sus alumnos en la década de 1930
Don José con sus alumnos en la década de 1930

En 1929 comienza los estudios de Magisterio en la Escuela Normal de Magisterio en Córdoba, obteniendo el título de Maestro de Primera Enseñanza en 1932 y siendo su primer destino la localidad asturiana de Entrevías. Durante Guerra Civil estuvo movilizado con el ejército de Franco hasta el final de la campaña, siendo condecorado con las Cruces de Campaña, dos Cruces Rojas del Mérito Militar y una Cruza de Guerra, a pesar de ser considerado no afecto al régimen.

En 1941 obtiene plaza como interino en Puente Genil en el colegio MANJÓN, aprobando las oposiciones dos años más tarde. Previamente le exigen documentos acreditativos de que se trata de un hombre de buena conducta (pues era considerado de izquierdas y su labor educativa podía ser peligrosa), presentando en su favor documentos del propio alcalde de Puente Genil y del Jefe provincial de Falange, incluso de un canónigo de la Catedral de Córdoba.

Conoce a una maestra, Doña Concha Romero Solano, mujer adelantada a su tiempo con quien contrae matrimonio en 1948, y que colaborará con él en sus numerosos trabajos de investigación.

Fábrica de La Casualidad, estado actual

Entre 1954 y 1959 D. José pide una excedencia y deja su labor de docente para ejercer como gerente de la fábrica de aceites y jabones La Casualidad, propiedad de los hermanos Reina de Porras. En 1956 es cofundador y redactor jefe del Semanario local “MI PUEBLO”.

Pero la enseñanza era su pasión, por lo que 1960 regresa a la docencia de manera definitiva. Y así se consagra a la dirección del colegio público RAMIRO DE MAEZTU hasta su jubilación en 1979 por grave enfermedad coronaria. En esta etapa del colegio RAMIRO DE MAEZTU le acompañaron maestros como el Sr. CARRILLO, de quien mi padre, que fue su alumno, recuerda su insistencia en las matemáticas. Eran tiempos de escasez. Cuenta mi padre que, en aquellos tiempos, los niños tenían que llevar a diario una peseta de cacao para verterlo en el vaso de leche que les regalaban en el recreo del colegio. Era la “leche americana”.

Recuerda de aquella época que algunos maestros usaban la “palmeta” para castigar a los menos aplicados. No obstante D. José nunca la empleaba. Era un maestro que hacía a los alumnos las clases muy atractivas, pues aparte de su vocación, era un intelectual a quien acompañaba su aspecto tranquilo y una actitud paternal hacia sus alumnos. En definitiva, un hombre serio, tranquilo, intelectual, culto; un hombre adelantado a su época.

En esa década de 1960, en los inicios del curso, cada alumno aportaba 50 céntimos, o “cuatro reales”, con los que D. José les compraba una carpeta de cartón azul, lápiz, sacapuntas y libreta. Ese era el material de trabajo y permanecía en el aula del centro. En aquellos días todo se trabajaba en el centro escolar, pues en casa pocos podían hacerlo; pocos recibían ayuda de sus padres; pocos tenías profesores particulares.

Don José presentando la I Gala Benéfica de Radio Afán
Don José presentando la I Gala Benéfica de Radio Afán

En ese tiempo llega a Puente Genil don Celestino Martínez, un personaje muy popular por su buen hacer como sacerdote. Se compromete con el pueblo y consigue poner en marcha la emisora Radio Afán, de la que D. José fue nombrado director. Por las mismas fechas se levantó un poco antes la Iglesia de San José, el Campo de Fútbol Jesús Nazareno y el I.E.S. Manuel Reina, en aquel tiempo instituto laboral.





En 1969 es nombrado académico de la Real Academia de las Bellas Artes de San Telmo y Doctor Honoris Causa en Pedagogía por la Universidad Internacional de Roma. Un año más tarde es nombrado Académico correspondiente de la Real Academia de Córdoba de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes; además fue designado Secretario de la Asociación de Cronistas Oficiales de la provincia de Córdoba a perpetuidad. En los años 70 obtiene el nombramiento de Comendador de la Ordine Internazionale della Legion d'Onore de l'Inmacolata con sede en Palermo.

Adolfo Suárez, entonces Director General de RTVE, hace entrega del 
2º Trofeo de Plata conseguido en Misión Rescate

Llevado por su entusiasmo y el de sus propios alumnos, formó grupos de investigación y conocimiento del entorno y la arqueología de Puente Genil, fruto de ello fue el reconocimiento con tres trofeos de plata al Grupo 195 de Misión Rescate entre los cursos 1974 y 1978. En el vecino pueblo de Casariche existen varios yacimientos (La Atalaya, Villa romana, el Alcaparral, Cerro Bellido, el Rigüelo, el Toril, el Almajar, Canteras Romanas, o Las Canteruelas), en buena medida conocidos y estudiados por la labor de D. José.

Con Joaquín Prats, en el programa “Ustedes son formidables”

Por estas mismas fechas fue distinguido por la Asamblea Local de Cruz Roja con la Cruz de Plata de la institución y recibe un Homenaje de Amistad en el Cuartel del Imperio Romano, al que se adhieren más de 300 personas. El acto fue promovido y organizado por D. Pedro Báez, D. Manuel Berral, D. Lorenzo Contreras (Chito) y D. Miguel Solano, y de él se hizo eco la prensa de la siguiente forma:

“En Puente Genil ha tenido lugar un acto de homenaje a Don José Arroyo Morillo, maestro nacional, académico… hombre de profundo humanismo, que hace culto de la amistad, que a través de su labor como corresponsal de nuestro periódico, pone nota permanente del amor que siente por las cosas de su patria chica, con sensatez, ecuanimidad y fino estilo literario. José Arroyo Morillo es persona excepcionalmente estimada por todos cuantos tienen la suerte de conocerlo. En Puente Genil goza de la simpatía y el cariño de todos. José Arroyo, constituyendo una familia ejemplar, ha sabido rodearse de una aureola de modestia, sinceridad y generoso desprendimiento. Estudioso infatigable, maestro de maestros; son numerosas las promociones de alumnos que hoy son amigos suyos. Y sobre la base de su triunfo a escala nacional con la “OPERACIÓN RESCATE”, se han reunido más de un centenar de personas en el Cuartel del Imperio Romano pontanense, amigos leales y damas distinguidas, para tributar un homenaje a la amistad, que es la gran virtud de D. José Arroyo Morillo.

Y en este acto abrió las intervenciones D. Miguel Solano; habló después el académico D. Manuel Mendoza Carreño, natural de Puente Genil, residente en Priego. También lo hizo D. Enrique Asensi por los compañeros del Magisterio. D. Rafael Castejón y Martínez de Arizala, presidente de la Real Academia de Córdoba, puso la nota de bella erudición disertando con su habitual galanura. También intervino el director del Instituto Técnico de Puente Genil, D. José Comino y D. Juan Gómez Crespo, secretario de la docta corporación académica e ilustre catedrático. Por la representación egabrense se expresó D. Manuel Mora. Y todos, como asimismo las adhesiones del alcalde de Puente Genil, del director de nuestro periódico D. Pedro Álvarez Gómez, de D. Juan Soca… se expresaron con idéntico sentir. La figura humana de D. José Arroyo, el afán constante de buscar nuevos horizontes a su actividad docente, su personalidad definida, en fin. D. José Arroyo Morillo, naturalmente, cerró el acto con una magnífica pieza oratoria, más dicha con el corazón que con la palabra. No olvidó a nadie, matizó casos y cosas y, como nota especialmente emotiva, rindió público homenaje de cariño y admiración hacia su esposa Conchita”.

D. José en el acto de entrega del SIMCA,

obsequio por ser nombrado “Maestro del Año 1970”

La revista Meridiano dirigida por Miratlles, eligió en 1971 a don José Maestro del año 1970, obsequiándole con un SIMCA 900, un viaje de una semana a Bruselas y Roma para tres personas, además de otros regalos, como un magnífico reloj, gemelos, libros y una placa de plata.

En 1972 fue nombrado miembro numerario de la Asociación de Amigos de los Castillos de España y de la Asociación Italo-Hispánica Cristóbal Colón, ingresando en la América Internacional Academy apadrinado por Hugo Tomassini.

El 20 de diciembre de 1972 es nombrado miembro correspondiente del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú, y en 1975  académico de la Institución Fernán González de Burgos; y en 1978 Medalla de oro de Misión Rescate.

Aquel mismo año se publica el volumen VII de la colección “ANZUR”, titulado “Toda la obra poética del pontanés MANUEL PÉREZ CARRASCOSA”, del que fue autor D. José Arroyo. En la dedicatoria se lee:

A todos los pontanos y de un modo especial a los que a lo largo de cuarenta y cinco años han sido mis alumnos, como una lección más, implicada humildemente pero rebosante de cariño y saturada de añoranza y nostalgia”. En el prólogo a la obra habla de la gran veneración a Pérez Carrascosa, poeta pontanés fallecido pero cuyos versos permanecen en la memoria de los pontanenses de la época. Y nos cuenta en el prólogo que contó con un “tonito” de 35 composiciones poéticas, bajo el título de “VERSOS CASI OLVIDADOS” y publicados en Madrid por su sobrino Antonio Pérez Almeda e ilustrado por su hermano el pintor Enrique Pérez Almeda. Además de este material D. José continuó buscando versos, búsqueda “titánica”, según sus palabras en el prólogo, “debido al abandono, dejadez e indiferencia, con que el poeta valoraba a todo lo que salía de su envidiable pluma versificadora.

Habla de Pérez Carrascosa como un “hombre dotado de una inteligencia excepcional, y proceso de un gran escepticismo e ironía ante la vida, que llegó a refugiarse voluntariamente en una bohemia simpática y sorprendente…  Esta forma de ser le dificultó a D. José la labor de recopilación de su poesía, que calificaba como “penetrante, variada, cerebral, de bello colorido y abundante diversidad”.

Pretendo, dice D. José, “dejar demostrado… las imitaciones constructivas de todas las modalidades poéticas, imitaciones constructivas de todos los poetas existentes desde el siglo de Oro hasta nuestros días, son perfectas y adornadas de un fino estilo y una gran belleza …”.

Maneja con ejemplar destreza todas las expresiones métricas poesía creada por Pérez Carrascosa bajo el esquema de un exponente sincero, brillante, categórico, diestro, afortunado en el antecedente imitativo con ansias de superación”.

Termina el prólogo diciendo que su propósito al publicar la antología poética de Pérez Carrascosa, es evitar que caiga en el olvido y, al mismo tiempo, rendir homenaje a un amigo suyo. Firma su escrito como Cronista Oficial de la Villa. Académico de las Reales de Córdoba y San Telmo de Málaga, con fecha 1978.

De esta antología podemos destacar Las fiestas de la Puente que, independientemente de su contenido, muy entrañable para los pontanos, tiene otra importancia: la de ser una composición escrita en andaluz.  Las grafías imitan la fonética andaluza propia de Puente Genil, pero las adapta para hacerla inteligible a todos los lectores.

En definitiva, D. José nos facilita una poesía en andaluz, lo que escasea en nuestra literatura, y necesaria para que un dialecto se convierta en lengua.

En 1974 sale a la luz (y estará en la calle hasta comienzos de los 90) el Boletín Informativo Municipal ANZUR. Una publicación que recogió los primeros pasos de poetas hoy consagrados, de universitarios con inquietudes y todas las quejas y reclamaciones de los vecinos de nuestra localidad. Pues D. José fue nombrado su director en abril de 1979, tarea que abandonará pronto por el empeoramiento de su enfermedad coronaria.

En el número uno de EL PONTÓN, de fecha 10 de abril de 1986, editado por la asociación Amigos de Puente Genil, Arroyo Morillo incluye un artículo sobre el libro de versos del poeta pontanés Antonio Berral Cardeñosa, titulado “Recuerdos de la Puente y mi niñez y otras sensaciones”, donde nombra a Sotogordo, la tierra que le vio nacer:

Margen izquierda del río

con olores de albahaca

de Sotogordo a San Juan

pasando por la Carraca”.

El 20 de junio de 1986, en el nº 3 de EL PONTÓN, publica un artículo imprescindible para conocer la historia de nuestro Teatro Circo, titulado “Historial del Teatro Circo de Puente Genil”, donde recorre su larga historia desde el 3 de septiembre de 1901, cuando comienzan las obras de construcción, hasta 1986.

Homenaje en la peña “Mau-Mau”, con Pepe Marta y Pepe Giménez

La Peña EL MAU-MAU le tributa en 1971 un divertidísimo homenaje y lo condecora con el “Gran Collar del Zancajo de Creniata”. El discurso de agradecimiento lo pronunció en “caló”.

En 1977 es designado pregonero de Semana Santa de Puente Genil. En su pregón cita a sus alumnos de la escuela cuando en el programa Misión Rescate de Radio Nacional de España y TVE, obtuvo los trofeos de Plata por la catalogación, valoración y descubrimiento de tres valiosas imágenes. De ellas escribirá (recordemos que estamos en 1977) que “se custodian, dos de ellas, en la Parroquia de la Purificación y están entronizadas en la capilla de la Virgen del Carmen, hoy Santo Sepulcro. Sendas tallas barrocas, la primera de autor desconocido de la segunda mitad del siglo XVI, que representa a Santa Ana con La Niña en brazos; la segunda, una Purísima preciosa tallada en 1715 por el escultor Pedro Duque Cornejo; y la tercera se custodia en uno de los altares de la iglesia conventual de las Hermanas Mercedarias conocida como Nuestra Señora de los Ángeles, por llevarlos a sus plantas. Talla realizada en 1704 por la escultora María Luisa Roldán “La Roldana”, hija del famoso imaginero antequerano Pedro Roldán. Imagen de una belleza impresionante que representa una Asunción a los Cielos y de la cual ha dicho el crítico del Arte Barroco , académico en veintitantas instituciones nacionales y extranjeras, D. José Crisanto López Jiménez, Doctor en Murcia: ”En el oratorio de San Felipe Neri de Génova, existe una Inmaculada que tiene a sus pies ángeles, uno de ellos portador de la rosa y el espejo.”

Virgen de los Ángeles, o de la Asunción, 
en Puente Genil en el templo del mismo nombre
(El Pontón nº 241, abril 2008)

En la Iglesia de San Teodoro en Génova, según dijo en su pregón, descubrió D. José, otra Inmaculada de Anton María Maragliano. Ambas imágenes le llamaron poderosamente la atención por la semejanza que tienen con Nuestra Sra. de los Ángeles.
Nota del blog:
Una vez más tenemos que descubrirnos ante don José. En su tiempo era común e indiscutida la atribución de la autoría de la imagen a "la Roldana". No será hasta varias décadas más tarde que J. M. Sánchez Peña en su Escultura genovesa. Artífices del Setecientos en Cádiz (Cádiz, 2006), vincule la autoría de esta imagen al genovés Maragliano (de ello se hizo eco la revista El Pontón nº 241, abril 2008, por medio de su colaborador don Emilio Reina Giménez). Sin embargo, treinta años antes el profesor Arroyo Morillo ya había vislumbrado esa posibilidad.

Su hija Inmaculada Arroyo Romero, a quien agradezco su ayuda para este trabajo en cuanto la cesión de fotos, me dejó una nota donde informa que durante cuatro años acompañó a su padre a los cursos de verano que se celebraban en el palacio la Magdalena y en la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo. Con él viajó también a distintas ciudades de España, Italia y Bélgica, en donde pronunciaba sus conferencias y recogía nombramientos. Su hija nos cuenta cómo su orgullo y mejor carta de presentación era la de ser maestro, llevando al mismo tiempo a Sotogordo y Puente Genil como bandera. Nunca dejó de nombrar esas palabras en los foros académicos más selectos.

A pesar del exilio al que se vio sometido, fue buen amigo, amigo en la juventud y luego en la distancia, del poeta Juan Rejano, de quien nos habla, junto a Rafael Alberti en el siguiente ==> VÍDEO

Don José Arroyo Morillo falleció el 26 de noviembre de 1986, siendo enterrado al día siguiente, curiosamente el “Día del maestro”. En el número 8 de EL PONTÓN de 30 de noviembre de 1986 encontramos tres artículos con motivo de su muerte firmados por el Cronista de la Villa, D. Francisco Luque Estrada; por nuestro poeta local Vicente Rubio Cabo y el tercero por D. José Segundo Jiménez Rodríguez, maestro de la localidad también muy conocido por los pontanos.

Dice D. Francisco Luque Estrada:

«HA MUERTO D. JOSÉ ARROYO MORILLO

El miércoles día 26 del pasado mes de noviembre de 1986, dejó de existir en su tierra natal, el ilustre hijo de Puente Genil, D. José Arroyo Morillo.

Pepe Arroyo, como cariñosamente lo llamábamos, nació en la aldea de Sotogordo, pintoresco lugar cercano al río Genil, por el que sentía gran admiración, nombrándola afectivamente como su “Barcelona chiquita”.

Desde muy joven tuvo enorme afición a la literatura y a la oratoria, y dado su reluciente talento, sus padres, de familia modesta, consiguieron costearle la carrera de Magisterio, llegando a dirigir el Colegio Nacional “Ramiro de Maeztu” de EGB de este pueblo y obtener el preciado galardón el año 1970 de Maestro Nacional de España…».

Vicente Rubio Cabo:

«IN MEMORIAM

A D. José Arroyo Morillo que fue faro de mi navegar de ideas por el mar de la indiferencia (se refiere el autor del poema a la pronta amistad que hizo con el finado, entre la aridez de los negocios que le llevaron a Puente-Genil.

Piedra angular como alborada cierta

en mi inconexa bruma. Decisiva

en muro de ciudad, su onda expansiva

mi mano acoge con el alma abierta.

 

Su atenta amenidad dúctil es puerta

para entrar mis bagajes, comprensiva.

Y el beber de su charla siempre viva

Fue en sequedad de los ambientes, huerta.

 

Mi invernadero en páramo, rebrote

de mis ideas de arte contenidas

que guardé al frío y al ventisco zote.

 

Su magia en el decir fueron mis bridas,

al dar su luz al soliloquio islote

de naufragarme a solas, salvavidas».


D. José Segundo Jiménez Rodríguez dice:

«IN MEMORIAM

[…] En El Pontón número 6 escribía D. José, tras el fallecimiento de dos de los cuatro que diariamente se reunían “en el bar de la Plaza del Romeral”, Rafael Bedmar y José Cabello Cañete y bajo el título de “He perdido dos buenos amigos”, que se congregaban “todas las tardes en las horas más gratas ara una leal y amable convivencia”. Nuestros ideales tenían un carácter casi antagónico y desigual, y solo tenían de denominador común las creencias religiosas; los cuatro éramos de análogas creencias y practicantes sinceros y sin debilidades. Nos conducíamos por el sacrosanto respeto a un leal y cristiana amistad. Nuestra tertulia estaba sellada por un comportamiento entrañable fraternal […]”. He aquí condensada toda una filosofía de democracia y religiosidad […].

D. José a pesar de su carrera de docente fue un autodidacta ilusionado con las cosas de su pueblo y muy arraigado con la aldea que le viera nacer: Sotogordo. Tan pronto ”pateaba” el suelo del término buscado los restos prehistóricos , como investigaba sobre la biografía de nuestros marinos ilustres, o preparaba, a veces improvisaba en cuarteles, en conferencias, en charlas, en festividades… Ya le vemos como Secretario de los Cronistas de la Provincia de Córdoba, o haciendo un libro sobre la vida y obra de Pérez Carrascosa […].

En el argot universitario y erudito a esta clase de hombres se les llama de un modo prioritario “eruditos locales”, la soberbia de la elocuencia empaña muchas veces la clarividencia de los hechos.

Pepe Arroyo fue un excelente erudito local, sin comillas y para beneficio de la villa. ¡Ay! Cuánto debe la Historia, la Poesía, el arte en general a tantos y tantos eruditos locales […].

Al erudito local habría que hacerle un monumento, pues gracias a ellos la cultura no se interrumpe, se mantiene y, sobre todo, en épocas pasadas fueron la luz permanece y la búsqueda constante. ¿Cómo no recordar, por ejemplo, la labor de un Agustín Rodríguez y su larga legión de alumnos hoy encumbrados en primera fila? ¿Qué historiador, qué amante de la cultura, qué académico no solo de Córdoba sino de otras provincias, e incluso de la Real Académica no ha pedido información de las cosas de Puente Genil a nuestro querido Pepe Arroyo? ¿Cuántos vecinos no han visitado a D. José para enseñarle una moneda encontrada, la estatuilla, el legajo, o el libro viejo y de letra no legible? Para todos en su estudio daba la solución, abría luz y si el caso era merecedor ponía en contacto con el especialista, porque otra de las virtudes del erudito local es la humildad. Su satisfacción reside en lo que Sócrates tanto se jactaba: dar luz en bien de la verdad […]. ¿Cómo pudo escribir Dámaso Alonso su “Andalucía de la e” si no hubiera sido por Pepe Arroyo, que lo puso en contacto con Puente-Genil a través de Ricardo Molina? […]»

Nota final del blog:

Tratándose de la obra y del legado de don José Arroyo esta entrada en el blog, esta breve biografía, podía ser inacabable. Hablaríamos en ella de todos los acontecimientos sociales, de todos los proyectos culturales y solidarios, de todo cuanto fuese saber, conocimiento y Puente Genil a lo largo de medio siglo XX. Porque de todos participó Arroyo Morillo. 

Baste lo anterior para que las nuevas generaciones conozcan la labor de un extraordinario maestro con quien Puente Genil guarda una deuda que jamás saldará. Basten estas líneas para, una vez más y sin descanso, solicitar de nuestro Ayuntamiento un rincón de Puente Genil para, siquiera con una sencilla placa, unas líneas o mosaico, homenajear a tantos como tanto hicieron. Y basten, al mismo tiempo, para instar a sus alumnos y amigos, a quienes lo conocieron y apreciaron, para que difundan su legado inmenso, su inmensa generosidad.

Muchas gracias don José.


viernes, 18 de junio de 2021

Antonio Linares, un fotógrafo adelantado a su tiempo

La revista EL PONTÓN se constituye en el órgano de difusión de la asociación cultural AMIGOS DE PUENTE GENIL. Una publicación local de índole costumbrista, cultural y literaria; la más longeva de cuantas existen y han existido en Puente Genil a lo largo de su historia. Desde 1986, y manteniéndose exclusivamente gracias a las aportaciones de sus socios y a la colaboración de algunas empresas de la localidad -lo cual supone un acto de auténtico heroísmo-, la revista viene rescatando desde hace treinta y cinco años fotografías perdidas, tradiciones olvidadas, textos y publicaciones desconocidas, y biografías y reseñas de pontanenses de otro tiempo o de quienes, sin serlo, han dejado en Puente Genil la huella de toda una vida.


Este es el caso de las líneas siguientes. En la edición número 383 de EL PONTÓN (publicada en abril de 2021) el investigador Luis Velasco Fernández-Nieto daba a conocer el que quizás sea el trabajo más completo y riguroso de cuantos sobre el fotógrafo ANTONIO LINARES ARCOS se han publicado. 


Antonio Linares Arcos a comienzos del siglo XX

Recientemente se ha despertado en redes sociales, un gran interés por nuestro protagonista, cosa harto deseable -sin duda- para el conocimiento de la historia de nuestro pueblo. Sin embargo, quisiera proponer al lector el empleo de un instrumento que, por desgracia, está en desuso: el libro. Y ello, sinceramente, es algo comprensible, pues estamos acostumbrados a teclear en Google el objeto de nuestra búsqueda  y encontrarlo rápidamente. Y si no lo logramos, como en este caso, siempre podemos preguntar en Facebook y que nos lo cuenten. Pero en este caso, las respuestas responden a criterios personales, a veces no de manera acertada, imaginando o simplemente dando por hecho que, ante la ausencia de datos, lo supuesto es lo real. Por ello, a veces hace falta recurrir a los maravillosos libros que, sobre la historia de Puente-Genil, escribieron muchos de los pontanenses versados. En el caso que nos ocupa, bastaría con haber abierto la sección de fotografía del libro realizado por Antonio Aguilar y Cano en 1894[1] (del que hay muchos ejemplares reimpresos cien años después) para tropezarnos con su nombre, o aventurarnos a bibliotecas y archivos digitales, de forma que hubiéramos podido rellenar esos huecos informativos. Y es lo que hoy haremos: descubrir la curiosa historia de un hombre que dejó huella en el Puente-Genil de principios del siglo XX, y lo sigue haciendo a día de hoy.


Los orígenes

Antonio Linares Arcos (bautizado como Antonio Pedro Cecilio de la Santísima Trinidad) viene al mundo un 29 de marzo de 1867 en la plaza de San Cecilio de Granada[2], en las faldas de la Alhambra. Su padre, José Linares Pérez, carpintero de profesión, había nacido y crecido en el mismo barrio, y no llegaba al año de su matrimonio con Mª Gracia Arcos Martín[3], siendo pues, Antonio, el primogénito. Allí pasa su primera infancia, ampliándose la familia con otro varón y una niña. Sin embargo, contaría con unos 12 años cuando su padre decide vender su casa e irse a Málaga[4], ciudad en plena ebullición industrial, donde monta un negocio, utilizando asnos para transportar las piedras necesarias para la construcción del nuevo puerto malagueño, y durante algunos años prospera, trayendo al mundo otras tres hijas más. Pero no duraría mucho la fortuna familiar, debido a la peste equina, que les hace tener que replantearse el futuro. De estos momentos de la infancia, nuestro protagonista recordará a lo largo de su vida, el día en que, jugando, se diera un golpe en el pecho contra el agua, saltando desde una garrocha, lo que le producirá una pequeña lesión que padecería siempre.[5]

Partida de nacimiento de Antonio Linares Arcos
Partida de nacimiento de Antonio Linares Arcos

En Puente-Genil

En aquellos años, nuestra villa despertaba del lento pasar de los tiempos, y surgía en ella una incipiente industria y actividad comercial, propiciada en buena parte por la estación de ferrocarril, que facilitaba el rápido transporte de mercancías y viajeros entre Córdoba y Málaga. Posiblemente por ello, la familia Linares se traslada aquí, estableciendo en el barrio bajo un taller de ebanistería. Esto ocurría alrededor de 1888[6], ya que al año siguiente encontramos a Antonio como uno de los 12 fundadores de la logia masónica «Antorcha pontana», dependiente de la de Málaga[7]. Sin embargo, la existencia de esta sociedad fue fugaz.

Dado el ponto éxito como fabricantes de muebles, el futuro esperado para nuestro protagonista bien hubiera sido rel de continuar con el negocio familiar, cuya destreza era ya sobradamente conocida (de hecho, en 1894, realizará por encargo la urna que desde el año siguiente y hasta la actualidad, procesiona la Cofradía del Santo Sepulcro[8]), y quizás, hasta ese momento ni siquiera se había acercado a una cámara de fotos. Sin embargo, a finales de la década de 1880 ocurrió un hecho tan fortuito que, tal y como sucede en estos tiempos, puede cambiar el destino de un hombre. Y vaya si lo cambió. Y es que un día de tantos, estando trabajando en el taller de ebanistería de su padre, entró un señor que dijo ser fotógrafo, recién llegado a la población (quizás se tratara de Eduardo Cejas[9]), y le preguntó a los expertos fabricantes de muebles si le podían construir un chasis (parte de la cámara que contenía la placa de cristal). A lo cual, su hijo Antonio, que ya pasaba los 20 años y era muy habilidoso para los mecanismos, se atrevió con ello. La impresión causada por el artilugio construido y su aplicación, hizo que se quedara maravillado, y es en ese momento cuando comienza a aprender y a interesarse por la fotografía[10]. A los pocos años poseía ya un pequeño estudio fotográfico en la ebanistería, compaginando ambos trabajos, y realizando multitud de retratos de pontanenses. En la parte posterior de uno de ellos, datado en 1892, he podido descubrir el artesanal grabado que podemos observar.

 

Impresión en cartón. A. Sáenz-Corona. Madrid, 1892
Cedida por la familia Jalao Díaz

Entre Linares y Puente-Genil

Pero el destino le reservaba otra mala jugada a la familia. En febrero de 1895 ocurría la peor riada conocida hasta entonces. Nos cuentan los periódicos de la época que «la casa que ocupaba el ebanista don Antonio Linares y el fotógrafo don Antonio del mismo apellido (es de suponer que el periodista querría decir José, o que se refería a la misma persona), se desplomó, siendo arrollados los muebles y cuantos útiles contenía, por la corriente de las aguas»[11]. Es por ello que los padres de Antonio, junto con sus cuatro hermanas, se marchan a Linares[12]. Quizás otra vez el ferrocarril actuara de puente, ya que el llamado «Tren del Aceite» que la comunicaba con Puente-Genil, había sido inaugurado dos años atrás, y Linares se estaba convirtiendo en un gran complejo minero-industrial, con una población tres veces superior a la de nuestra villa. Antonio quedará aquí durante más de dos décadas (hay quien afirma que se traslada también a Linares en 1887[13], pero hemos comprobado que es erróneo). Junto a él, su hermano Francisco quedará trabajando con Antonio en la ebanistería-taller de fotografía, que la trasladan al nº 17 de la cuesta Romero, y medio año después de la tragedia, contrae matrimonio con la pontanesa Josefa García Gallardo[14]. Antonio tardará aún tres años más en desposarse con la sevillana Dolores Reina Castillo, con la se establecerá en la calle Madre de Dios nº 11, siendo padres de cuatro hijas y tres niños[15], todos nacidos en Puente-Genil.

 

Anuncio de 1899[16]

La economía de sus padres en Linares no debía ir muy bien, pues en 1907 se ven obligados a montar una casa de huéspedes en su domicilio, en el número 6 de la calle Cánovas del Castillo[17] (posteriormente calle Pontón). Posiblemente debido a esto, su hijo Antonio, que empezaba a ser un conocido fotógrafo, no dudará en establecer en dicho año un segundo estudio en la casa de sus padres[18], aunque seguirá residiendo en Puente-Genil, donde continuará con su estudio fotográfico hasta principios de 1917, cuando se traslada definitivamente a Linares[19], a la casa de sus padres[20] (los cuales se mudan al nº 6 de la plaza de Ramón y Cajal del Bermejal[21]). Allí continuará hasta 1926, cuando se traslada al número 15 de la calle de los Castillos (posteriormente Antonio Rafael Abellán), cuyos planos de construcción y obra de carpintería efectuó el mismo. Para entonces eran sus hijos quienes realizaban la mayor parte de los trabajos de estudio[22], de los que, al menos cuatro, se dedicarían a la fotografía, junto con varios nietos, con otro hijo y nietos de su hermano Francisco (apellidados ambos Linares García, establecidos en Córdoba). Aprovecho para agradecer la información, la amabilidad y el cariño desinteresado, con el que el nieto de nuestro protagonista, Rufino Linares Gálvez, también fotógrafo, me sigue obsequiando desde hace años, sin el cual este artículo no hubiera sido posible. Antonio Linares Arcos continuó realizando fotografías hasta casi sus últimos días, falleciendo en su casa el 8 de mayo de 1938.

 

Esquela cedida por Rufino Linares Gálvez

 El legado fotográfico

Ya hemos visto que Antonio Linares comenzó realizando retratos de estudio, muchos de los que hoy se guardan en tantos cajones y latas de carne de membrillo de pontanenses. Su habilidad con la maquinaria y capacidad inventiva no tenían límites, fabricando él mismo a lo largo de su vida cámaras y otros artilugios. Sin embargo, su gran afición fue la estereoscopía, técnica fotográfica que consistía en capturar una escena con un verascopio (cámara con dos objetivos, situados a unos 10 cm. aproximadamente), de manera que se obtenía un cristal (similar a los portaobjetos para microscopio) con dos negativos a cada lado, casi similares y de la misma escena. Éstos, tras pasarlos a positivo (ya sea en otro cristal o en cartón), servían para observar, con un estereoscopio, una imagen tridimensional, ya que el efecto de perspectiva producía una clara sensación de profundidad (es el proceso básico en el que se apoya el actual cine en 3D, aunque con una técnica mucho más sofisticada, y aplicando el uso de la luz y los colores). De hecho, fue un acérrimo impulsor de su uso, como queda constancia en la respuesta negativa que le remite en 1923 el director de Kodak en Francia (ya que la marca prefería crear modelos de manejo cada vez más sencillos)[23].

Antonio realizó múltiples colecciones de eventos populares de la época, ya fueran por encargo o por sí mismo, que después eran vendidas al público interesado. Lo extraordinario es que la calidad de sus cristales se mantiene intacta a través de los tiempos, permitiendo obtener copias digitales o físicas de gran calidad. De ellos, se han conservado cerca de 1600, que se hallan en el Instituto de Estudios Jienenses, y otros 300 en el Ayuntamiento de Úbeda, donados por sus descendientes, y que se corresponden a ciudades tan lejanas en aquellos años como Granada, Córdoba, Málaga, Cádiz, la bahía de Algeciras, las exposiciones de 1929 de Sevilla y Barcelona, Linares, Madrid, Bayona, San Sebastián, las visitas de Alfonso XIII al que siguió en la feria de Sevilla, Córdoba, Úbeda o Linares. Y, en la parte que más nos ocupa, del Puente-Genil de los años 1910-1915, donde tomó sus primeros trabajos de este tipo, dejando constancia de escenas, paisajes, calles y habitantes de la población, monumentos, ferias, inauguraciones, reuniones de amigos, fábricas… Pero lo que más destaca es nuestra Semana Santa. Así, imágenes, pasos, figuras y desfiles procesionales quedaron recogidos para la historia a través de su objetivo. Hay que destacarlas enormes ampliaciones que con excelente maestría elaboró y donó para la realización del futuro hospital, como varias fotografías de Jesús Nazareno[24] (una de ellas se encuentra en el salón de las Cien Luces), o la obra que mereció el elogio popular por su elevado tamaño (ya que medía unos 240 x 135 cms.) y por estar confeccionada en una sola hoja[25], de una vista general de Puente-Genil tomada a finales de 1916 desde los Tajos de Pinito, y donada con motivo de su traslado a Linares. Pero dado que dicho hospital jamás llegó a construirse, la misma quedó en el ayuntamiento al menos hasta los años 80, y actualmente se halla en el cuartel de los Testigos Falsos.

 

Logotipo que solía adornar el pie de foto

Puente-Genil ha tenido la suerte de contar entre sus habitantes con este excelente fotógrafo que nos regaló el tesoro de la visualización de lo escrito por tantos historiadores y literatos pontanenses (como Aguilar y Cano, Miguel Romero y otros muchos), ya que como dicen, una imagen vale más que mil palabras, y él lo hizo posible.   



[1] Aguilar y Cano, A., El Libro de Puente Jenil, p. 370. Puente-Genil, 1894.

[2] Libro de nacimientos de 1867, p. 122vta. Archivo municipal de Granada.

[3] 28 de junio de 1866. Libro de matrimonios de 1866, p. 63vta. Archivo municipal de Granada.

[4] Su hermana Carmen nació en Granada en 1871, y su hermana Ana en Málaga en 1880.

[5] Testimonio de su nieto Rufino Linares Arcos.

[6] Su hermana Eulalia nacía en Málaga en 1887.

[7] Moreno Gómez, F. y Ortiz Villalba, J., La Masonería en Córdoba, p. 116. Córdoba, 1985.

[8] Aires Rey, J. L., Puente Genil nazareno, p. 335. Córdoba, 1990.

[9] Bailly-Bailliére, C., Anuario-Almanaque del Comercio…, p. 1297. Madrid, 1894.

[10] Testimonio de su nieto Rufino Linares Gálvez.

[11] Diario de Córdoba de Comercio nº12973, p. 3. Córdoba, 16 de febrero de 1895.

[12] Padrón vecinal de 1897. Leg. 593-1, p. 232. Archivo Municipal de Linares.

[13] Lara López, E., La familia Linares: una saga de fotógrafos de la provincia de Jaén, en Linares, tres generaciones de fotógrafos, p. 26. Diputación Provincial de Jaén, 2015.

[14] 14 de agosto de 1895. Inscripciones matrimoniales, tomo 10, p. 131. Registro Civil de Puente-Genil.

[15] Padrón parroquial, p. 32vta. Puente-Genil, enero de 1915.

[16] Gálvez Muñoz, M., Semana Santa en Puente-Jenil, p. 32. 1899.

[17] Riera Solanich, E., Anuario Riera, p. 2113. Barcelona, 1908.

[18] Bailly-Bailliére, C., Anuario-Almanaque del Comercio…, p. 2617. Madrid, 1908.

[19] El Aviso nº 297, p. 7. Puente-Genil, 20 de enero de 1917.

[20] Padrón vecinal de 1917. L. 1470, p. 32. Archivo Municipal de Linares.

[21] Padrón vecinal de 1917. L. 1471, p. 25vta. Archivo Municipal de Linares.

[22] Testimonio de su nieto Rufino Linares Gálvez.

[23] Lara López, E., óp. cit., p. 27.

[24] El Defensor de Córdoba nº4551, p.2; y nº4889, p.1; ambos del 16 de agosto de 1914 y 1915 respectivamente.

[25] El Aviso nº 297, p. 7. Puente-Genil, 20 de enero de 1917.