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viernes, 19 de febrero de 2016

Rafael Moyano Cruz, médico, escritor, historiador, arqueólogo


Rafael Moyano Cruz
Año 1919
Rafael de la Encarnación Francisco de Borja Moyano y Cruz nace en Puente Genil a las once de la noche del 5 de febrero de 1858, hijo de Vicente Moyano Baena (Montilla, 19 abril 1830 - Puente Genil, 28 abril 1869), culto médico montillano Licenciado en Medicina y Cirugía, que se instaló en Puente Genil el 24 de septiembre de 1856 de la mano del primer Conde de Casa Padilla (http://pontanosilustres.blogspot.com.es/2015/12/conde-de-casa-padilla.html) en refuerzo del servicio médico de la villa frente a la epidemia de cólera, y de María del Carmen Cruz y López (Montilla, 30 noviembre 1838 - Puente Genil, 30 julio 1891), con quien había contraído matrimonio en la Parroquia de Santiago, en Montilla, el 29 de abril de 1857. 

Precisamente por el vínculo profesional y la relación de amistad entablada entre el Conde de Casa Padilla y Vicente Moyano Baena, son los condes quienes apadrinan al primogénito Moyano Cruz en su bautizo oficiado por el vicario Don Juan José Morales. Tuvo cuatro hermanos: Matilde Áurea Tomasa (27 diciembre 1858 - 29 enero 1944), Carlos Sotero Cayo, farmacéutico (22 abril 1865), Luis de Santa Margarita, abogado (10 junio 1868 - 8 noviembre 1953) y Miguel. Los tres primeros regresaron a Montilla en noviembre de 1891, mientras que Miguel desarrolló su actividad en Puente Genil, formando parte de aquella nómina de productores que dignificaron e hicieron grande el aceite pontanés. Con su marca Polín obtuvo en 1910 por el Consejo de Vigilancia de la Granja de Jerez el reconocimiento a la explotación de olivar con molino propio, por la finca de olivar con molino aceitero “La Hoja del Río” en Puente Genil y obtuvo menciones honoríficas tanto en la Muestra Regional de Aceites de 1914, como en la Exposición Regional de 1916.

En su pueblo natal, Rafael cursa los siguientes estudios: primarios con el maestro Antonio Morales Ruiz, de segunda enseñanza, Latín y Humanidades, con el presbítero Francisco de P. Valverde y Ciencias, con José Estepa Sánchez. Continuó sus estudios en los Institutos de Córdoba y Cabra, obteniendo en junio de 1874 el título de Bachiller con la calificación de Sobresaliente. En septiembre de 1875 se traslada a Madrid para cursar la carrera de Medicina en la Universidad Central, siendo incluido en el Cuadro de Honor y obteniendo dos premios de la misma Universidad. En junio de 1881 se licencia en Medicina y Cirugía con las máximas calificaciones, doctorándose el mismo mes del siguiente año. Dada su escasa fortuna (quedó huérfano muy joven), al tiempo que cursa sus estudios, trabaja como auxiliar en la Dirección General de Establecimientos Penales y –posteriormente– en la Gerencia de los Ferrocarriles del Norte. El poco tiempo que tras el trabajo y los estudios le queda libre, lo dedica a la Literatura y a la Historia, por los que desde muy joven se sitió atraído. Al terminar sus estudios se traslada a Puente Genil, donde es nombrado médico titular en noviembre de 1883.

Por sus muchos méritos y exposición de su propia vida durante la epidemia de cólera de 1885, es propuesto para ser distinguido con la Cruz de Epidemias. Posteriormente, en agosto de 1891 el Ayuntamiento pontanés lo propone también para la Cruz de Beneficencia. En julio de 1895 la propia Alcaldía de Puente Genil participa al Gobernador de la provincia de los relevantes méritos que adornan la actividad de Moyano Cruz, solicitando en su consecuencia le sea concedida la referida distinción. Recordemos que la Cruz de Beneficencia fue creada en 1856 bajo el reinado de Isabel II para recompensar actuaciones o servicios extraordinarios en el transcurso de calamidades públicas. Meses después, el Diario de Córdoba de 3 de mayo de 1896 anuncia que se ha remitido al señor Ministro de Gobernación expediente de propuesta para el ingreso de Rafael Moyano Cruz en la Orden Civil de Beneficencia por las múltiples vacunaciones y revacunaciones en distintos pueblos de la provincia.

Publicó dos artículos sobre la Etiología de la Difteria que le abrieron las puertas de la Sociedad Española de la Higiene y las del Ateneo Antropológico de Madrid (1889). Tras la publicación de su trabajo Régimen dietético de los enfermos con fiebres, que publicó la Gaceta Médica de Granada, ingresa en la Academia de Medicina de aquella capital. Además de los ya referidos, publicó distintos artículos y trabajos de tipo médico, como Esclerosis cerebro-espinal y Tratamiento de las pulmonías en los viejos, además de numerosos trabajos en revistas profesionales, lo que le granjeó un relevante prestigio entre la clase médica. Creó la enfermería del Asilo de Ancianos Santa Susana. En diciembre de 1892 y en sustitución de Rafael Cruz Miranda, fue designado profesor de Agricultura en el Colegio de la Purísima Concepción y San José de Puente Genil, que estaba entonces adscrito al Instituto de Cabra. No obstante, sabemos que ya venía formando parte de la nómina del profesorado del referido centro, al menos desde 1889 en unión de Juan Crespo Casado, José Estrada Muñoz, Francisco Valverde Díaz, Antonio Morales Rivas, Enrique Porras Castillo, Rafael Cruz Miranda, Emilio Bajo y Joaquín Abaurre.

Por su capacidad, mérito y sentido de la Justicia, es requerido durante décadas por la Audiencia Provincial de Córdoba para ejercer de Jurado en el cupo, no de cabezas de familia, sino el designado por sus capacidades.

Desarrolla su labor profesional, de la que es un absoluto enamorado y con la que se identifica tanto por tradición familiar, como por ser una auténtica pasión, en Puente Genil adscrito también a la sección de ferrocarriles. Debido a un exceso de velocidad y al mal estado de la línea se verificó a primeros de octubre de 1889 un accidente del tren mixto nº 4 en el Km. 70 de la línea Córdoba-Málaga ocurrido a las 08.20, resultando 27 viajeros contusos, 2 con fracturas y herido el ayudante de obras públicas Ricardo Moreno Ortega (dos heridas contusas en la cabeza afectando a todas las partes blandas), quedando destrozados tres coches y el furgón de cola. Prestó entonces los servicios médicos Rafael Moyano junto a José López Muñoz, sobre quienes dijo la prensa haber prestado “toda clase  de auxilios con el mayor desinterés y abnegación a los lesionados”.

Al ser el médico de la compañía de los ferrocarriles son muchas las ocasiones en las que debió ejercer su ciencia en aquel ámbito. Dejamos constancia de otra ocasión el 6 de septiembre de 1916, en que hubo de socorrer a una niña de cinco años que cayó a las vías por la ventanilla del tren. Ocurrió en el tren correo descendente de Linares, entre las estaciones de Lucena y Los Moriles. Afortunadamente, la pareja de la Guardia Civil que escoltaba el tren se apercibió de ello, efectuando algunos disparos al aire para detener el tren, que tuvo de retroceder varios kilómetros para recoger el cuerpo de la niña. Tras los primeros auxilios prestados por el doctor Moyano Cruz en la estación de Puente Genil, continuó su viaje hasta Málaga. Al partir de la estación pontanesa el estado de salud de la niña era grave.

En su faceta literaria se nos muestra como poeta y escritor fecundo y prolífico, colaborando frecuentemente en las revistas El Aviso y Pepita Jiménez.

Formó parte de la Asociación de la Historia Local, constituida el 23 de enero de 1870 en el domicilio de Agustín Pérez de Siles, junto con Antonio Morales Rivas, Manuel Pérez de Siles, Agustín Aguilar y Cano, Modesto Montilla Aguilar, José Flor Carvajal, Enrique Porras del Castillo, Francisco Aguilar y Cano, José Pérez de Siles y Rivas, José Pérez de Siles y Prado, Juan Antonio Almeda, Alberto Álvarez de Sotomayor, Francisco Baena Peña, José Contreras Carmona, Manuel Reina Montilla, Rafael Reina Carvajal, Joaquín Abaurre Cañero, Francisco Gómez Cerveró, Cristóbal Aguilar Rivas, Francisco José de Luque, Francisco Carmona y Carvajales de San Román y Francisco Cabello Luque… una pléyade de grandes hombres, muchos de ellos académicos, flor y nata de la intelectualidad pontana del siglo XIX. Con todos ellos Moyano Cruz alterna, comparte vivencias, amistad, un auténtico derroche de amor a la historia y a las letras… Con Antonio Aguilar y Cano, Leopoldo Parejo Reina, Alberto Álvarez de Sotomayor, Miguel Romero Carmona, Miguel Rivas Morales y Manuel Reina participa en la velada literaria celebrada el 19 de marzo de 1895 en la casa de José Contreras Carmona (http://pontanosilustres.blogspot.com.es/2015/07/jose-contreras-carmona-abogado-politico.html) con motivo de su fiesta onomástica, en la que leyó Al defensor de Astapa (recogido en el libro de Antonio Aguilar y Cano “Astapa. Estudio geográfico”, impreso en Sevilla en la imprenta de E. Rasco, 1899) y ¡La Paz! (reproducida en El Libro de Puente Genil, págs. 320 y 321, para cuya elaboración ejerció de asesor sobre prehistoria y similares, así reconocido por el propio Aguilar y Cano).




















¡La paz!

Gozoso eleve hasta el azul del cielo
himnos de gloria el pueblo alborotado,
y olvidando las penas del pasado
mire en el porvenir dicha y consuelo.
El fértil, siempre, aunque oprimido suelo
surque otra vez la reja del arado
y puedan, tras del sueño prolongado,
artes y ciencias remontar el vuelo.
Vuelva el obrero a su labor sencilla,
torne el soldado a su apacible aldea,
germine del trabajo la semilla.
Y de la Patria ante la santa idea
del sol de Paz que en el Oriente brilla
la benéfica luz, eterna sea.

—o—

En las ruinas de Astapa 
(Almanaque Obispado de Córdoba 01-01-1890)

Manes de la ciudad que se alzó ingente
del Genil en el borde cristalino,
referid al cansado peregrino
insignes hechos de la antigua gente.

Contadle como pudo aquel torrente
de independencia y de valor divino,
imponer á los siglos su destino,
y herir de Roma la soberbia frente.

Y si pusiera en duda tal proeza
nuestra generación desfallecida,
infundidle el vigor y la grandeza,

De vuestra noble juventud temida,
para que imite su inmortal fiereza
y en aras del honor queme la vida.

—o—

 A Don Antonio Aguilar y Cano, 
autor de El Libro de Puente Genil
(publicada con motivo de la muerte de Aguilar y Cano, pero compuesta en 1897)

Al fin puso tu pluma
un término brillante,
al libro en que se exhuma
la historia interesante,
de este pueblo que intrépido
siempre avanzado fue.
Tú sigues paso a paso
su marcha hacia el progreso,
y con fervor no escaso
sembrando el embeleso,
en tu lenguaje fulgido
honda ciencia se ve.
Tú arrancas de la tierra
el guardado secreto,
que allá en su seno encierra,
cual oculto esqueleto,
evocación magnífica
de un mundo que pasó.
Y la edad que dormía
cual vasto cementerio,
despierta a un claro día
con todo su misterio,
y el libro el lienzo mágico
que en tu mano trazó.
En páginas severas
desfilan los portentos,
las edades primeras,
los hombres, monumentos,
y no hay cosa recóndita
que escape a tu tesón.
Por ti este pueblo tiene
preciada ejecutoria,
y en la que en si contiene
publicidad notoria,
pues a tu ingenio débese
tan noble galardón.

De nuestro pueblo fuiste
el excelso cronista,
y nada se resiste
a tu incansable vista,
todo se anuda espléndido
todo surge a tu voz.
Las costumbres, los usos,
leyendas, tradiciones,
orígenes confusos,
fiestas y procesiones,
la villa, el campo pródigo
en frutos y en verdor.

Salud. Amigo Antonio,
tu fe perseverante
llevó siempre consigo
el triunfo deslumbrante,
y de tu libro implícita
la fama irá con él.
¡Cuánta penosa noche
de estudio y de desvelo!
¡Y cuán largo derroche
de dudas o de anhelo!
Mas si el luchar fue ímprobo
más alto es tu laurel.
 —o—
Manuscrito de Rafael Moyano Cruz.
Descripción de Puente Genil.
Archivo D. Agustín Moyano Carmona.
Contrajo matrimonio el jueves 25 de octubre de 1883 en la Parroquia de la Purificación de Puente Genil, con María Luisa Cordón Fernández-Gallegos (Puente Genil, 24 agosto 1854 - 24 septiembre 1910), de la mano de quien fuera su maestro de Latín y Humanidades, el presbítero Francisco de Paula Valverde y Díaz. María Luisa era hija de Antonio Cordón Cobos, Licenciado en Medicina y Cirugía, natural de Doña Mencía (Córdoba) y fallecido en Puente Genil el 6 de septiembre de 1890 con 74 años. Su madre, María de la Asunción Fernández y Morales, murió el segundo viernes de Cuaresma, 24 de febrero de 1893 a las doce de la mañana, habiendo dado a luz a tres hijas, Luisa, Enrique y Rosa.

Rafael y Luisa tuvieron cinco hijos:

  1. María Luisa Narcisa, nacida el miércoles 29 de octubre de 1884 a las seis y media de la tarde, bautizada por el cura Manuel Estepa Sánchez, apadrinada por su abuelo Antonio Cordón y fallecida 10 febrero 1949. Contrajo matrimonio el miércoles 29 de diciembre de 1909 con Manuel Quesada Muñoz, oficiando el matrimonio Rafael Luque Conde. Manuel Quesada había nacido en Herrera el 2 de octubre de 1877 y su muerte se produjo en trágicas circunstancias. De este matrimonio vendría al mundo el 5 de agosto de 1912 el primer nieto de Rafael, Manuel Quesada Moyano, que murió siendo alférez en el Frente de Peñarroya el 12 de octubre de 1937.
  2. Rafael Jorge, nacido el 23 abril 1886, Viernes Santo, bautizado por Manuel Estepa Sánchez y apadrinado por su abuelo y su tía Enriqueta. Se olvidó la inscripción de su nacimiento en el Registro Civil, subsanándose esa deficiencia al comenzar sus estudios de Segunda Enseñanza, el 31 de julio de 1895. Casó con Amparo Reina Campos el miércoles 3 de enero de 1912 ante el cura Manuel López Lucena. Falleció a consecuencia de una aortitis el 28 marzo 1939 en el Hospital Militar de Sigüenza, encontrándose prestando servicios médicos en el Frente de Madrid.
  3. María de la Asunción de San Luis Beltrán nació a la cuatro de la tarde del 11 de octubre de 1887, siendo bautizada y apadrinada por los mismos que Rafael. Contraería matrimonio con Manuel Estepa Carvajal el 5 de junio de 1916 en la capilla del Santo Sepulcro de la Parroquia de la Purificación y los casó el canónigo de Córdoba Eugenio Santos Bordas. Tuvo cinco hijos, José, Rafael, María, Pepa y Asunta. Murió en Puente Genil con 82 años, el 27 de diciembre de 1969.
  4. Antonio Leonardo nació a las tres de la madrugada del miércoles 6 de noviembre de 1889, bautizándose y apadrinándose por los mismos que los anteriores. Falleció en Madrid (calle San Marcos núm. 30) a las cero horas y quince minutos del 19 de enero de 1926, a causa de un ataque de miocarditis. Fue embalsamado y traído  Puente Genil, donde se enterró el 21 de enero.
  5. Eduardo de Santa Margarita Moyano Cordón nació el jueves 23 de junio de 1892 a las tres y media de la mañana, bautizándose por el cura José Moret y siendo su padrino su tío Eduardo Cejas Elizalde. Fue oficial del cuerpo de telégrafos; el miércoles 9 de agosto de 1916 contrajo matrimonio con Carmen Reina Baena (hija de Francisco Reina Framis) en la Parroquia de Nuestra Señora de la Purificación de Puente Genil, por el presbítero Emilio Cabello Luque. Fue Cofrade Mayor del Señor de la Humildad y Paciencia de Puente Genil, al menos desde 1927 hasta 1962, siendo entonces relevado por José Villafranca Melgar (que lo sería hasta 1985) a quien le regaló su bastón familiar.  Falleció en 1964.




















Detalles del bastón de mando de la Cofradía del Señor de la Humildad que fue propiedad de Rafael Moyano. 
Sigue saliendo en procesión todos los Miércoles Santos.

Falleció repentinamente a la una y media de la madrugada del sábado 1 de enero de 192, a los sesenta y dos años de edad, de lo cual dio cuenta tanto la prensa de la época como el Boletín de la Real Academia de la Historia en su sección de noticias, en febrero de 1921.

Enamorado de cuantas actividades se convirtieron en el centro de su existencia, era capaz de ilusionarse con mil facetas de la vida: de un hombre apasionado y ávido de vivir no puede esperarse otra cosa. Fue, incluso, un gran aficionado a la cocina, conservando aún sus descendientes un libro de recetas manuscrito por Rafael.

Su honestidad y humildad lo llevaron a recorrer el camino de las letras, participando de la composición de hermosas poesías; su pasión por la Historia lo convirtió en un gran conocedor de la misma, no sólo a nivel teórico, sino también de campo, recorriendo y conociendo a la perfección los distintos yacimientos de la zona. Por sus frecuentes donaciones a Museos, por su extraordinaria semblanza de Don Gonzalo Fernández de Córdoba (publicada en el periódico montillano El Aviso el 2 de diciembre de 1888), así como por la elaboración de un mapa para estudiar los yacimientos y antigüedades de nuestra zona, fue propuesto en abril de 1888 por los académicos Menéndez Pidal y Saavedra para ingresar en la Real Academia de la Historia, siendo admitido el 4 de mayo de aquel mismo año, en la que integrará la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Córdoba.

Obtuvo una Mención Honorífica en el Certamen de la Sociedad Económica cordobesa de Amigos del País en 1895, por un estudio biográfico crítico del Gran Capitán. Poseyó una importantísima colección de objetos, sobre todo monedas antiguas, que (salvo las elaboradas con metales preciosos) se perdió a su muerte.

Baldomero Giménez Luque, director de El Aviso, escribía en su periódico en el mes de enero de 1917 cómo “don Rafael Moyano Cruz, no obstante sus muchos quehaceres, y desconsuelo que ofrecen los sinsabores de la vida, todavía dedica un cuarto de hora a la meritoria labor de ir acumulando la materia prima con que han de laborar la historia futuros investigadores”. Aguilar y Cano recoge en su obra en solitario y entre los hallazgos más interesantes de los obtenidos en Puente Genil por Moyano Cruz, de los referidos al neolítico, un hacha y raspador de lidita procedentes de San Cayetano, otra de diorita del mismo sitio y otra de los Castellares donde se encontró una muy pequeña de Calcedonia. Recoge distintos hallazgos en varios lugares de la zona (El Canal, Sierra Gorda, Fuente Álamo, El Charcón, Las Quebradas, Fuente Álamo…), destacando un ídolo de bronce de 7 cms. de altura y 40 gr. de peso descubierto en El Canal junto a una moneda fenicia.
Este hallazgo es recogido también en un artículo de José Ramón Mélida en el nº 4 de la Revista de Archivos y Museos, de abril de 1897. Mélida (1856-1933), en su calidad de director de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, recibía fotografías que le enviaban coleccionistas y aficionados, dándoles publicidad, encauzando y divulgando las novedades arqueológicas a las que tenía acceso, convirtiéndose así en uno de los máximos exponentes propagandísticos de la Arqueología de la época. A José Ramón Mélida envió Moyano una carta y fotografía en 1899 en la que le comunicaba la aparición en Puente Genil de una figurita de tipo clásico en forma de pantera (que terminó formando parte de la colección de Antonio Vives). En la carta, fechada el 26 de agosto de 1899, también le comunicaba el descubrimiento de una falcata (antigua espada usada por los íberos), que dibujó en la misiva, preguntándole el precio que podría adquirir la misma:
“Le tengo que comunicar un descubrimiento que no le creo insignificante (…) con motivo de las grandes tormentas de los días anteriores, las aguas han hecho desmontes y grandes arroyaderos en Los Castellares, sitio de la antigua Astapa. Ayer tarde fue un zapatero de este pueblo a llevar calzado a una de las huertas que allí hay, y sobre el terreno completamente descubierto encontró una gran espada de gran peso, de un metro de longitud, muy oxidada. Todavía conserva algún temple (…) construcción muy bárbara y yo la creo ibérica, es decir, indígena. No la quería vender todavía, pero haré lo posible por conseguirla”.

Aguilar y Cano considera a Moyano el mayor, si no el único, sí el mayor conocedor de la Historia antigua y la arqueología de la comarca. De él dirá que, una vez fallecido Agustín Pérez de Siles y disuelta la Asociación de la Historia Local, aún “figura como investigador infatigable el Dr. D. Rafael Moyano y Cruz, á cuya amistad y desinterés debemos un poderoso auxilio”.

Rey Cabello (http://pontanosilustres.blogspot.com.es/2015/10/manuel-rey-cabello-poeta-comercial.html) dice de él que se trató sin duda alguna “del hombre más culto de Puente Genil”. Y así debió de ser, no sólo por lo ya expuesto, sino por la siguiente curiosidad: Gracias a Moyano, gracias a un artículo que remitió a Don Baldo para su publicación en El Aviso del 11 de noviembre de 1916, hemos podido conocer la existencia de un autor pontanés absolutamente desconocido, como fue Juan María Chacón. Quizás jamás volvamos a saber de él, pero la información que proporciona Moyano Cruz sirve para sacar a nuestro paisano del insondable pozo del olvido. Aprovechamos estas mismas líneas para insertar el dicho artículo que, seguro, será del gusto de todos los amantes de las letras y que servirá para dar a conocer, siquiera en brevísimos trazos, la existencia de aquel Chacón.


Pero la práctica de la medicina fue sin duda, a nuestro parecer, la más gratificante actividad –que en este caso tuvo la fortuna de coincidir con su profesión– a la que se dedicó. No sólo ejerció como médico en Puente Genil, sino que formaba parte de la sección de los ferrocarriles y participaba de las distintas asambleas de médicos que a nivel provincial se organizaban.

A partir de septiembre de 1918 fue nombrado profesor de la Real Academia de Declamación de Málaga.

Alejandro Guichot y Sierra, en su conferencia Breves indicaciones acerca del pensamiento cordobés pronunciada en el Círculo de Amistad de Córdoba en octubre de 1918, destaca a Rafael Moyano Cruz entre los escritores de medicina. En idénticos términos se pronunciará la revista Ideal Médico de 31 de julio de 1919. Muchos años después, Francisco Blanco López, Doctor en Medicina, colegiado 14/02165 del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Córdoba escribirá sobre los Médicos escritores en Córdoba en el siglo XIX, recogiendo únicamente dieciocho en toda la provincia y entre los que incluye a Rafael Moyano Cruz.
¿Qué se escribía en Córdoba? En un periodo tan extenso, a la vez con grandes cambios políticos y sociales, hay también movimientos literarios, entre ellos los cuatro grandes: Romanticismo, Realismo, Naturalismo y Modernismo, y en consecuencia los médicos, en general con buenas bibliotecas, se mueven en sus escritos por estos géneros, aunque lo que más cultivan es la poesía, los cuadros de costumbres y la historia [...]” y “Aunque con desigual fortuna y calidad literaria todos ellos realizaron su labor médica y narrativa, cuadros de costumbres y poesía fundamentalmente, siendo en su mayoría asiduos a las numerosas tertulias que se celebraban en la época, ya en la segunda mitad aparece otra especie significativa como es el periodismo y por tanto las polémicas periodísticas […]”.
Es indudable que el Dr. Blanco López conoce y ha estudiado a la perfección la materia y que Moyano Cruz participa absolutamente de la descripción anterior.

Según testimonios familiares, este hombre que muchos años después de su muerte aparecerá como personaje histórico en la novela de Enrique Reina Reina “Lágrimas con chocolate” (editorial Vision Net, depósito legal M-15928-2007) fue de una sencillez y humildad fuera de lo común. Sirva como botón de muestra, su rotunda negativa a facilitar a Aguilar y Cano cualquier información biográfica para ser incluido en su libro, pretextando para ello sus pocos años, así como “el no haber hecho cosa alguna que mereciera decirse y el creer una impertinencia dar su nombre a la publicidad con este objeto”. 

Los Moyano, desde 1854 hasta nuestros días, son fervientes y apasionados defensores de la Familia como grupo humano en el cual no sólo se presta y obtiene la ayuda mutua, sino donde se encuentran a través de las raíces familiares los valores dignos de ser transmitidos a las siguientes generaciones. Vicente Moyano Baena, el primer Moyano llegado a Puente Genil de la mano del Conde Casa Padilla, comienza un diario en el que plasma los acontecimientos más importantes de su vida. A su muerte, aquel diario se transmitió por línea sucesoria a su primogénito y, copia del mismo, al resto de su descendencia. Todos ellos han ido continuando el diario original, anotando matrimonios, nacimientos, defunciones... líneas y palabras que esbozan una historia que comparten con familiares y paisanos. Más de un siglo y medio después de primer garabato que Moyano Baena trazara, podríamos recomponer parte de nuestra historia únicamente siguiendo el relato sucesorio de esta familia a partir de los distintos diarios que, tantos como ramas familiares, se conservan en poder de los primogénitos de cada rama.

Pocos años después de su muerte, a mediados de la década de los años veinte, se le dedicó la calle que discurre desde la calle Hermandad hasta la calle Miguel Quintero, es decir, hasta la misma entrada al Centro Hospitalario de Alta Resolución, el más importante centro de cuantos existen en Puente Genil consagrados a ejercer la profesión de nuestro biografiado. Bendita casualidad.
Rótulo cerámico de la calle Doctor Moyano Cruz, en Puente Genil
Cerramos esta aproximación a un ilustre pontanés, con la dedicatoria del libro Noches de Insomnio que en 1898 le ofreciera el entrañable, el querido y olvidado Pepe Siles (http://pontanosilustres.blogspot.com/2015/06/jose-de-siles-y-varela.html) fundiendo en unas pocas letras el afecto al amigo, al compañero de juegos y correrías, y el reconocimiento de la valía profesional de un pontano ilustre, médico, poeta, escritor, académico y arqueólogo… Rafael Moyano Cruz.

Quiero agradecer públicamente a mis queridos amigos Eduardo Moyano Estrada y Agustín Moyano Carmona, la confianza que siempre me mostraron cuando ante cualquier requerimiento, jamás ahorraron información ni conocimiento, poniendo a mi disposición, no sólo muchas de las notas contenidas en el Libro de la Familia Moyano, sino memoria y confidencias. Y eso es algo impagable. Muchísimas gracias, hermanos.





Fuentes consultadas:

  • Notas varias recogidas en itinerarios de campo y otros referentes a prehistoria y arqueología y minería retrospectiva en la hoja núm. 988 «Puente Genil», por el ingeniero de minas D. Antonio Carbonell Trillo-Figueroa, Académico de Número de la Real de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, de la de Ciencias Médicas y otros.
  • Médicos escritores en Córdoba en el siglo XIX, Francisco Blanco López. Cocmcordoba, revista del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Córdoba núm. 106, marzo-abril 2014.
  • Ídolos ibéricos, José Ramón Mélida. Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, año 1, núm. 4, abril 1897.
  • Puente Genil en la Onda, Onda Cero Puente Genil. Crónica de Antonio Illanes Velasco, Cronista Oficial de la Villa de Puente Genil, 11 diciembre 2014.
  • Historia de la Villa de Puente Genil (Madrid, 1971, Depósito Legal M.10.542-1971), Antonio Losada Campos.
  • Literatura pontana Siglo XIX – Tomo I (poesía). Episodios locales pontanos. Colección Anzur, vol. XXV, Puente Genil, 1997. Coordinador: José Segundo Jiménez Rodríguez; colaboradores: Santiago Reina López y Miguel A. Jiménez Aguilar.
  • Biblioteca virtual de Andalucía.
  • Astapa. Estudio geográfico. Antonio Aguilar y Cano. Sevilla, imprenta de E. Rasco, 1899).
  • José Ramón Mélida y la Arqueología española (1875-1936). Daniel Casado Rigalt, Real Academia de la Historia, colección Antiquaria Hispánica, tomo 13, año 2006




lunes, 1 de febrero de 2016

Fray Juan del Santísimo Sacramento, carmelita descalzo y pintor

Detalle de la obra Calvario con fraile carmelita,
donde se reconoce al autor
En el siglo se llamó Juan de Guzmán y fue nacido en Puente Genil, concretamente en el barrio de Miragenil, a comienzos del siglo XVII. En sus Apuntes Históricos… Agustín Pérez de Siles y Antonio Aguilar y Cano llevaron a cabo un exhaustivo trabajo de investigación para aclarar los orígenes de Juan de Guzmán —para la religión Fray Juan del Santísimo Sacramento—. 

Tradicionalmente se ha dado por bueno el origen pontanés de Fray Juan ya que así fue recogido por su biógrafo Antonio Palomino, quien afirmaba haberlo conocido y tratado personalmente: 
«Yo le visité, y le vi pintar diferentes veces el tiempo que estuvo en Córdoba: y era de muy apacible trato en aquella edad mayor, y de muy excelente manejo, y buen gusto en los colores». 
Siendo, pues, coetáneo de nuestro protagonista y habiéndolo conocido y tratado personalmente, la fuente adquiere credibilidad plena. Realmente Palomino sitúa su nacimiento «en la villa de la Puente de Don Gonzalo» y aunque no la fija, sí nos señala su nacimiento al hablarnos del óbito del pontanés «por el año de mil seiscientos y ochenta, y á los sesenta y nueve de edad». Cean Bermúdez da por buena la información de Palomino, recogiendo en su obra “Diccionario Histórico de los más ilustres profesores de las Bellas Artes en España” su nacimiento en 1611.

Retrato de Antonio Palomino, por Juan Bautista Simó
Sin embargo, también es lógico, dado el conocido rigor de los autores de Apuntes Históricos… su empeño en encontrar documentación acreditativa de la aseveración de Palomino. La fuente histórica más fidedigna con la que a estos efectos contamos, una vez conocido el año de su nacimiento y pretendiendo averiguar más sobre él (por ejemplo, el nombre de sus padres) es el Libro de Bautismos de Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Purificación. Allí acudieron y buscaron en el libro 6º de bautismos, donde se recogen los de aquel año y aquellas fechas, pero no encontraron el registro que buscaban: ni una sola referencia a un niño de apellido Guzmán. Lo que sí encontraron fue una desagradable sorpresa al constatar la desaparición del folio 25, arrancado de dicho libro. A pesar de faltar ese folio, al margen del folio 26 se recoge la siguiente anotación: “aunque se cortó no falta la hoja”. Quienquiera que, por la causa que fuere, arrancase el citado folio, anotó que no faltaba nada: ¿quizás ese folio quedó en blanco y por eso se cortó? ¿Pudiera ser que en ese folio que falta estuviese consignado el bautismo de Juan de Guzmán? ¿Quizás alguien estuvo interesado en ocultar el bautizo de aquel niño, que nuestros historiadores suponen Juan de Guzmán? Continúan sus indagaciones y consiguen averiguar que por aquellos años en los que estiman el nacimiento de Fray Juan, únicamente existían en la entonces Puente de Don Gonzalo dos hermanos de esa familia: el Ldo. Pedro Ruiz de Arévalo, vicario de las iglesias, y Juan Ruiz de Guzmán, soltero hasta el año 1617, por lo que ninguno de ellos pudo, legítimamente, ser el padre de Fray Juan. Los historiadores elucubran incluso con la posibilidad de su concepción a partir de una unión ilegítima, lo que podría explicar la desaparición del folio 25 del libro 6º de bautismos.

A veces, sin embargo, la explicación más sencilla es la más plausible: y es que Juan de Guzmán fue nacido en el barrio, en el lugar de Miragenil, perteneciente entonces en lo eclesiástico a Estepa (Sevilla), motivo por el cual fue bautizado en la Parroquia de San Sebastián de aquella ciudad. La partida de bautismo existente en el libro 6º, folio II del archivo parroquial consigna lo siguiente:
“Juan H. de sebastián de guzmán.===En ocho de julio de mil y seiscientos y un años baptizé io francisco paez Cura á Joan hijo de bastián de guzmán y de maría gomez su mujer fueron padrinos Joan de velgara y doña Beatriz de las Cuevas su mujer.=Francisco Paez.=".
Por lo tanto, el año del nacimiento de Fray Juan tradicionalmente tenido por bueno, el de 1611, debemos revisarlo a los primeros días de julio de 1601, siendo sus padres Sebastián de Guzmán y María Gómez.

Juan de Guzmán debió crecer sano y fuerte, pues nada leemos en los datos consultados que indique lo contrario, por los campos de aquella Puente de Don Gonzalo, aficionándose pronto a la pintura y aprendiendo de un pariente suyo lucentino llamado Bernabé Ximénez de Illescas, quien contó también como discípulo con Leonardo Antonio de Castro, quien también trabajó por tierras pontanensas.
El martirio de Santa Bárbara, obra de José Pérez de Siles, segunda mitad siglo XIX.
Copia del original de Leonardo Antonio de Castro, en el lado del Evangelio
de la la iglesia de la Asunción del convento de San Francisco, en Puente Genil
Siguiendo el ejemplo de Bernabé marchó a Roma, capital del mundo artístico, para perfeccionar su técnica y ampliar conocimientos pictóricos. En Roma entabla relación con el gaditano Enrique de las Marinas, de quien se cuenta alcanzó tal crédito y reconocimiento en sus pinturas de naves y marinas, que el tiempo ha borrado de la memoria el apellido del pintor, siendo simplemente conocido por Enrique de las Marinas. Nuestro Juan de Guzmán permaneció en Roma unos años y allí descubrió la posibilidad de la frescura en el colorido de sus cuadros, así como las posibilidades que las matemáticas abrían al aplicarse a la arquitectura y la perspectiva.
Marina, dibujo a pluma y aguada sepia con toques de azul índigo sobre papel; 10,5 x 37,1 cm,
Paris, Museo del Louvre. Enrique de las Marinas
Desoyendo las indicaciones y consejos de su amigo Enrique para que no volviera a España, donde los grandes artistas raramente encuentran reconocimiento, inició su definitivo regreso instalándose en Sevilla alrededor de 1634, por entonces el teatro de las bellas artes en Andalucía (Cean Bermúdez dixit), llegando a pintar para la sala De profundis del Convento del Ángel de Sevilla. Hombre de genio, de carácter vivaz y osado, se vio envuelto en una revuelta o motín de los que, por aquellos años de 1646 tuvo lugar en Sevilla, y en el que tan activamente participó que, por evitar las fatales consecuencias que de la justicia de los hombres pudiera derivarse, se acogió a sagrado en el Convento del Carmen Calzado, tomando el hábito de religioso lego. Mas como las cosas que se hacen sin pensar, o pensando solo a muy corto plazo sin calibrar las consecuencias últimas de su nuevo estado, Juan de Guzmán no dejó de tener problemas. Furioso o enrarecido al sentirse enclaustrado, formando parte de una orden religiosa para la que, en aquel momento, ni su alma ni su conciencia estaban preparados, algún lance o situación sangrienta se produjo, que llevó a que Juan de Guzmán —ahora Fray Juan del Santísimo Sacramento— fuese trasladado a los Carmelitas Descalzos, señalándosele el Convento de Aguilar de la Frontera como su nuevo destino, donde se le prohibió absolutamente el ejercicio de la pintura. No obstante, la austeridad y rigor de esta orden fue templando los ánimos de Juan y mesurando su genio, a raíz de lo cual se le permitió que volviese a pintar. Al tiempo que lo hacía, comenzó a escribir un tratado que tituló Perspectiva y que parece tener su origen en la traducción del tratado homónimo obra de Pietro Accolti. No obstante, la cantidad de correcciones en las que puso de manifiesto algunos errores del italiano, anotaciones y suplementos a la obra, la convierten en una completamente nueva. Por lo que sabemos, ya en 1874 apuntaban los insignes Pérez de Siles y Aguilar y Cano, que un ejemplar inédito al que alguien había arrancado la portada, obraba en su poder, lo que les permitió hacer una descripción completa de la dicha obra: comienza con una advertencia al lector sobre los motivos que impulsaron a Fray Juan a escribirla, un preliminar titulado A la juventud española y, a continuación, lo que podríamos considerar un pequeño tratado de Geometría y otro propiamente sobre la Perspectiva, coronado con un discurso sobre el Dibujo, tomado de la obra de Accolti.
San Pedro Tomás
Representa al santo obispo de Constantinopla que combatió a los infieles tanto con la espada como con la pluma,
recibiendo de María la promesa de la continuidad de la orden hasta el fin de los tiempos, falleciendo en Famagusta en 1366,
(Red Digital de Colecciones de Museos de España).





Degollación o matanza de los inocentes.
Delante de un edificio de estilo barroco, se desarrolla una escena en la que, por la izquierda un lacayo atraviesa con su espada un niño que sostiene en vuelo, mientras, por la derecha, dos mujeres tiran de la cabellera de un segundo lacayo que colabora en la matanza, la primera de ellas portado otro niño en su brazo. En el suelo, una mujer llora a un niño que yace bajo otro, mientras un tercero aparece por el ángulo inferior izquierdo. Arriba, por el centro, aparece un angelote con una corona de laurel revoloteando en picado junto al arranque de una columna sobre pedestal
(Red Digital de Colecciones de Museos de España).









Calvario con carmelita.
Representa a Cristo, a cuya derecha, en la zona inferior se sitúan María, San Juan y María Magdalena. A la izquierda aparece un religioso carmelita, que la tradición antigua reconoce como el autorretrato del artista,
(Red Digital de Colecciones de Museos de España).






En 1894 Aguilar y Cano nos dirá que es gracias al celo de José Antonio Ruiz Rey (1695-1767, autor de pinturas en la ermita de Jesús Nazareno y la Iglesia de la Victoria, cuya imagen también se le atribuye, autor del dorado y estofado de la Inmaculada de Pedro Duque Cornejo, así como del dorado de la antigua peana de la Virgen de los Dolores —hoy del Señor de la Humildad—, ayudante en el diseño de la sillería del coro de la Catedral de Córdoba, autor de la imagen de la Virgen de la Soledad de Puente Genil…), bisabuelo de Pérez de Siles, y al celo de sus descendientes, que pudo conservarse el manuscrito de Perspectiva, por lo que es obvio que el comentario que nos hicieron veinte años atrás fue hecho a partir del manuscrito original de aquella obra, en poder entonces de Agustín Pérez de Siles. Desconocemos absolutamente la ubicación de esa joya histórica y literaria… ni siquiera si sigue existiendo o si ya es solamente un bochornoso recuerdo.

Flagelación de Cristo.
Sobre un escenario arquitectónico en perspectiva con solería de olambrillas con motivos circulares, aparece, por la derecha Jesucristo, de cuerpo entero, amarrado a la columna con las manos hacia atrás, mientras un sayón semidesnudo, por la izquierda, se dispone a azotarlo, detrás del cual aparece un segundo de idénticas características con el cuerpo flexionado. Por el mismo lado izquierdo, aparecen de medio cuerpo dos doctores del Sanedrín (Red Digital de Colecciones de de Museos de España).








Coronación de espinas.La escena representa a Cristo flagelado sentado en el centro de una composición y con las manos anudadas en posición frontal en el momento en que un sayón flexionado por la izquierda se dispone a darle el cetro de caña como rey de los judíos y un segundo le coloca la corona de espinas, este último portando rica armadura, detrás del cual aparece la cabeza de un tercero con casco. Por la zona derecha, se abre una ventana a través de la que se divisa una multitud portando lanzas y una cruz bajo una arquitectura con el arranque de un arco soportado en un grueso pilar. Está inspirado en una estampa flamenca de un original de Van Dyck
(Red Digital de Colecciones de Museos de España).










En 1666 estuvo en Córdoba pintando algunas obras para el claustro, sacristía e iglesia del Convento de Carmelitas Descalzos de San José (cuadros y frescos que adornan sus bóvedas y paredes), conocido como San Cayetano, donde residió, así como por encargo del Obispo Francisco de Alarcón y Covarrubias, la realización junto a Juan de Alfaro de algunos retratos para la galería de prelados del Palacio episcopal. En Córdoba pintó también para el Convento de San Agustín.

Tanto Ceán como Palomino afirman que en 1676 volvió a su convento de Aguilar, donde se conservan algunas de sus obras y donde murió en 1680. No obstante, la fecha de 1676 como la de su vuelta a al convento aguilarense es muy discutible, toda vez que como escribe José Lorenzo Aires Rey a partir de los apuntes de Rafael Ramírez de Arellano, se conserva un cuadro de Santa Marina de las Aguas en la parroquia de igual advocación en Córdoba, a cuyo pie puede leerse: «A honra y gloria de Dios y de Santa Marina, dedicó este lienzo don Pedro Fernández de Córdoba y Figueroa, caballero del orden de Alcántara y primogénito de la casa de Villaseca. Año de 1678. Fr. Juan del Santísimo Sacramento». Es de suponer que su regreso a Aguilar de la Frontera hubo de ser, por fuerza, posterior a la terminación del cuadro, en 1678.

En cuanto a sus obras, en el convento del Carmen de Aguilar se conservan una serie de lienzos en la nave de la iglesia, dedicados a la vida de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y un cuadro de San Roque, que está considerado su mejor obra. Conocemos también el cuadro antes referido y ubicado en la iglesia cordobesa de Santa Marina y otras varias en el Museo de Bellas Artes de Córdoba: Jesucristo con la Cruz a cuestas, Degollación de los Inocentes, San Pedro Tomás, Calvario con Carmelita, Flagelación de Cristo, Coronación de espinas, Camino del Calvario, Lamentación sobre Cristo muerto... y algunos dibujos atribuidos cuya autoría se le atribuye.


Dibujo atribuido a Fray Juan del Santísimo Sacramento.
En el interior de un recuadro marcado a tinta por el que se ha recortado el dibujo, se centra la composición de una Piedad. Al pie de la cruz, la Virgen está sentada sobre un escalón sosteniendo el cuerpo de Cristo muerto sobre su cuerpo. En el lateral izquierdo, una figura llorando, que podría ser la Magdalena. En el derecho, un
ángel sostiene la cabeza de Cristo y, tras él, otros dos observan la escena conversando. En el suelo, aparecen diversos atributos de la Pasión (Red Digital de Colecciones de Museos de España).

En esta Piedad, tradicionalmente atribuida a fray Juan del Santísimo Sacramento, predomina una composición triangular típica del pleno barroco, utilizando el paisaje de fondo casi exclusivamente como un telón ante el que se desarrolla la escena (Red Digital de Colecciones de Museos de España).

Existió en la Historia otro Fray Juan del Santísimo Sacramento (1640-1701) —no confundir con el nuestro—, hijo ilegítimo del Rey de España Felipe IV y que al ser criado en Liébana por un tal Don Francisco Cossío fue conocido por Juan  Cossío, o Juan Corso, autor de la famosa "Vida del Venerable Siervo de Dios Vicente de Paul" (Nápoles, 1701).





Fuentes consultadas:

  • AGUILAR Y CANO Antonio. El Libro de Puente Jenil. Puente Jenil, imprenta Estrada Muñoz 1894, pág. 342.
  • AIRES REY José Lorenzo. Puente Genil es mi blog: http://puentegenilesmiblog.blogspot.com.es/2009/03/fray-juan-del-santisimo-sacramento.html
  • CEAN BERMÚDEZ Juan Agustín. Diccionario Histórico de los más Ilustres Profesores de las Bellas Artes en España. Real Academia de San Fernando, Madrid, imprenta de la Viuda de Ibarra, año 1800, págs. 350 a 353.
  • ILLANES VELASO Antonio. Pintores pontanenses antiguos. Cofradía del Señor de la Humildad y Paciencia, Biblioteca del Convento, imprenta Soyma, Puente Genil 2016.
  • LOSADA CAMPOS Antonio. Historia de la Villa de Puente Genil. Madrid, Ediciones Castilla S.A. 1971, págs. 197 y ss.
  • PALOMINO DE CASTRO Y VELASCO Antonio. El Museo Pictórico y Escala Óptica: El Parnaso español, pintoresco y laureado, segunda edición, Madrid, imprenta de Sancha, año 1797, págs. 596 y 597.
  • PÉREZ DE SILES Y PRADO Agustín y AGUILAR Y CANO Antonio. Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil. Sevilla, imprenta de Gironés y Orduña, 1874, págs. 409 a 415.
  • PÉREZ SOLANO Francisco. Boletín Informativo Municipal Anzur núm. 253-254, 22 noviembre 1985, pág. 25.
  • VILLAFRANCA MUÑOZ Javier. El Pontón, órgano de difusión de la asociación Amigos de Puente Genil, núm. 318, mayo 2015, Portada y pág. 4.
  • El liceo de Córdoba: periódico de literatura, música y modas: 10 de julio 1845 núm. 28, págs. 2 y 3.
  • Cofradía de la Virgen de los Dolores de Puente Genil. Nota de prensa 2 de abril 2010.
  • Red Digital de Colecciones de Museos de España.