Navegar por la Historia es algo absolutamente apasionante, por cuanto en cualquiera de sus capítulos, como éste relativo a la vida de Parejo y Cañero, convergen vidas y muertes, bodas secretas de reyes y fusilamientos de héroes, el mundo de la empresa y los intereses comerciales... enlazando un pequeño pueblo de Cuba, con la educación de los niños pobres de Madrid, o la atención a los ancianos y enfermos desamparados de Puente Genil.
Su nombre completo era Antonio
Juan Parejo y Cañero Martínez de Aparicio y Guerrero, natural de Puente Genil,
nacido el 2 de marzo de 1807, hijo de Francisco de Paula Parejo y Martínez
Aparicio, caballero maestrante de la Real Orden, y de María del Carmen Cañero y
Guerrero Hidalgo.
Vicente González Moreno (Viriato) |
Demostró poca afición al estudio
por lo que, al quedar huérfano (sus padres murieron, ambos, en 1820) y al
cuidado de su hermano Manuel, marcha a Madrid donde intentará entrar en el
cuerpo de élite del Ejército español, que eran entones los Guardias de Corps. Sin embargo y a pesar de sus reiterados intentos no logró el pretendido ingreso. Su
pensamiento y posicionamiento político se enmarca dentro de las ideas
liberales, absolutamente contrapuestas y enfrentadas al ejercicio del poder absoluto que entonces representaba
(y ejercía) el rey Fernando VII. Por este motivo, en la defensa de una monarquía constitucional, acompañó al general Torrijos en
lo que pretendía ser un pronunciamiento que desencadenaría el alzamiento
liberal en toda España. Aquel movimiento partiría desde Gibraltar, a donde Torrijos
se había trasladado desde su exilio en Londres, permaneciendo todo un año
preparándolo. Sin embargo, fue víctima de un engaño, de un perfecto plan urdido
por las fuerzas leales al régimen absolutista de Fernando VII que, simulando
unos apoyos inexistentes a aquel pronunciamiento, lo empujaron a salir de
Gibraltar y a desembarcar en las costas malagueñas. Vicente González Moreno, gobernador de aquella ciudad, actuando bajo el seudónimo de Viriato, había iniciado meses antes una
intensa correspondencia con Torrijos, haciéndose pasar por un liberal que
aseguraba contar con numerosos apoyos en la costa malagueña. Así, el 30 de
noviembre de 1831 dos barcos cargados con sesenta hombres salieron desde el
puerto de Gibraltar directos a una muerte segura. La suerte, sin embargo, fue propicia a
Antonio Juan, que debía haber acompañado a Torrijos en aquella última travesía,
pero fue instado contra su voluntad a permanecer en la colonia británica. A las
once y media de la mañana del domingo 11 de diciembre de 1831 Torrijos junto a
los cuarenta y ocho leales que seguían con vida, fueron fusilados en dos grupos
en las playas de San Andrés de Málaga.
Fusilamiento de Torrijos en la playa de San Andrés - Antonio Gisbert Pérez 1888 |
Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, Duque de Riánsares |
Tras la muerte de Fernando VII,
el rey Felón, acaecida en 1833, el partido liberal comenzaría a tener
participación en la vida pública y Parejo retomó su antiguo anhelo de ingresar
en los Guardias de Corps, donde alcanza -ahora sí- el rango de Coronel del Ejército de
Caballería y Mayordomo de Semana (tenían la función de acompañar al rey en todo
momento).
Aquello resultó trascendental para la vida de nuestro paisano y nuestro pueblo, pues allí trabó íntima amistad con Agustín Fernando Muñoz y
Sánchez, quien se casaría en secreto (aunque con conocimiento del gobierno y
algunos miembros de la corte) con la reina María Cristina de Borbón - Dos
Sicilias el 28 de diciembre de 1833,
cuando aún no llevaba ni tres meses viuda de Fernando VII. Agustín Fernando
Muñoz, se convirtió así no sólo en Duque de Riánsares, sino en padrastro de la
reina Isabel II (María Cristina fue reina regente durante una parte de la minoría
de edad de Isabel, entre 1833 y 1840). De ahí que la influencia de Antonio Juan
en la corte española durante aquellos años fuese desde luego muy considerable.
Susana Benítez |
Parejo y Cañero, sin embargo, imaginamos que a finales de
aquella misma década de los años treinta del siglo XIX, o comienzos de la
década siguiente, se trasladó hasta La Habana, en Cuba, dejando atrás su
anterior vida política y militar y comenzando entonces una nueva etapa centrada
en los negocios y las oportunidades. Su inteligencia, su capacidad para
emprender -que diríamos hoy- y su carácter despierto le lleva a prosperar en La
Habana en poco tiempo. Allí conoce y se casa en febrero de 1848 en la Catedral
de La Habana, con una señora de la alta sociedad cubana, Susana Benítez de Lugo
y Pérez de Abreu (nacida en Bejucal, el 7 de junio de 1811), de carácter
fuerte y generoso. Susana Benítez se casaba en segundas nupcias, pues
anteriormente había contraído matrimonio con un primo hermano de su padre
llamado Antonio González Larrinaga, Coronel del Ejército. A consecuencia del
fallecimiento de su primer marido, Susana Benítez fue acusada por su cuñado
Jacinto González Larrinaga de asesinar a su cónyuge, motivo por el cual fue
exhumado el cuerpo del difunto, rechazando no obstante y de plano las
autoridades médicas cualquier indicio de crimen, confirmando su fallecimiento
a causa de una enfermedad de próstata. Antonio
Juan, además de comenzar y culminar multitud de proyectos económicos y
empresariales, administra la fortuna de su esposa, valorado en cientos de
millones. Además de ello, ocupó la responsabilidad de Administrador de Rentas
Terrestres en La Habana, con un sueldo de cuatro mil pesos anuales.
Paseo de Roncali en La Habana, cerca de los Almacenes San José Grabado de Mialhe |
En 1845 se le adjudica, junto a
Manuel Pastor, la construcción de la obra de apertura de una puerta en la
muralla de San José de La Habana, una dársena para el atraque de los buques y un
cuerpo de guardia para la vigilancia de la muralla San José, frente a la calle
Damas. Pocos años después, junto al mismo Manuel Pastor, con quien hizo indudable y fecunda sociedad, se le autoriza la construcción
de unos almacenes para depósitos de frutos en el ángulo sur del recinto oeste
de La Habana: los Almacenes de San José (en la actualidad Centro Cultural Almacenes de San José),
llamados así la muralla donde fueron construidos.
Almacenes San José, vista antigua |
En 1848 Parejo y Cañero consigue
del Ministerio de la Gobernación del Reino la concesión del abanderamiento
libre de derechos de los vapores “Cetro” y “Tridente”. En su virtud, y “en atención a que la paralización actual de
los negocios hace imposible un empleo de los dichos buques sin pérdida
considerable” Antonio Juan había solicitado, y obtenido, la exención en los
derechos (impuestos) establecidos para la navegación. A cambio, se comprometía
a distribuir la correspondencia oficial por los puertos de la isla por donde
los vapores navegaren, a transportar a cualquier oficial que por las
autoridades superiores se mandase en comisión y, finalmente, a “desplazar los buques hasta el puerto de La
Habana, desde donde se hallaren, cuando la necesidad de un transporte de tropas
dispuesto por el gobierno u otro motivo importante exigiese tan útil medida”.
En la imagen que se reproduce puede leerse:
"El gobernador Capitán General de la isla de Cuba, en carta número 163 del 18 de Octubre de 1848, remite copia del acta de la junta de autoridades superiores, celebrada en 2 del mes de la fecha, en la cual mediante las condiciones propuestas por D. Antonio Juan Parejo, se acordó autorizar provisionalmente hasta la resolución del gobierno supremo el abanderamiento libre de derechos de los vapores "Cetro" y "Tridente", pertenecientes...".
El periódico El Popular de 19 de junio de 1851, da cuenta de una noticia
aparecida en El Diario de La Marina
del día 11 del mismo mes, en el que se pone de manifiesto el carácter
emprendedor e innovador de Parejo y Cañero. En aquel tiempo, anuncia el diario,
Antonio Juan acaba de terminar el desarrollo de un invento a partir del cual
podrían elaborarse la impresionante cifra de treinta mil cajas de azúcar al
año, con lo cual, “el ingenio del señor
Parejo será indudablemente el más importante de toda la isla”. Para su
desarrollo la junta general de accionistas del ferrocarril de La Habana había
autorizado la construcción de un ramal desde un punto determinado de la línea
hasta la bahía de La Habana. Aquel mismo año de 1851 se le concedió el título
de Caballero de la Orden de Calatrava.
Panteón familiar de Susana Benítez, en el cementerio de San Fernando, Sevilla |
Durante su estancia en Cuba
representó los intereses de la colonia española, en particular los de la reina
regente María Cristina de Borbón y fue director de la Compañía Española de Gas.
Murió en La Habana el 11 de enero de 1856 a la edad de 48 años. Su hijo Manuel
Parejo Benítez de Lugo, moriría también en aquella ciudad, en su propia casa,
en 1866. En recuerdo a su hijo, su madre destinó la casa en la que vivían a
colegio para niños pobres con el nombre de “Santo Ángel”. El desconsuelo por la
muerte del hijo y el enrarecimiento del ambiente político y económico en la
isla caribeña, haría que tres años después, y a pesar de que Susana Benítez,
había nacido y se había criado en Cuba, y a pesar de que sus orígenes y raíces
estaban en la colonia, decide salir de la isla en unión de varios miembros de
su familia, y partir hacia la península, haciendo el camino inverso al que un
día hiciera su marido. Así, en 1869 el Ministerio de Gobernación de España
traslada al de Ultramar la Orden dirigida al Capitán General de Cuba para
exhumar y trasladar a Sevilla desde La Habana, los cadáveres del esposo e hijo
de Susana Benítez. Sus restos descansan hoy en el panteón familiar que su viuda
mandó erigir en cementerio de San Fernando, de Sevilla.
Susana Benítez moriría en Madrid el
30 de abril de 1885 con 73 años. Como homenaje y recuerdo a la viuda de Parejo
y Cañero, a Susana Benítez, y como testimonio de su generosidad, a la que más
arriba hemos hecho referencia, consignaremos algunas de las disposiciones
otorgadas en su testamento de 24 de noviembre de 1882 otorgado ante el notario
José García Lastra, bajo el que falleció. En el párrafo sexto de aquella su
última voluntad dejó trescientos mil pesos para la construcción en Madrid de un
colegio para niños y niñas pobres a cargo de la Asociación de Señoras Católicas
de Madrid, de los cuales cien mil pesos se destinarían a la construcción del
inmueble y doscientos mil pesos a constituir una renta para los gastos del
colegio. Vemos que Susana Benítez, no
Colegio Santa Susana, en Madrid |
sólo poseía una fortuna descomunal (estimada
a su fallecimiento en sesenta millones), sino una inteligencia preclara.
Actualmente, ese colegio situado en el barrio de Las Ventas, lleva el nombre de
Santa Susana y ha cumplido ciento veinticinco años al servicio de la educación
de los niños. También dispuso en su testamento de cinco mil pesos fuertes para
la reparación y mejora de la iglesia de Bejucal; treinta mil pesos para un
Hospital de enfermos pobres a cargo de las Hermanitas de la Caridad; continuó
testamento a favor del Colegio Pío del Santo Ángel en La Habana (el que ella
mismo inauguró en recuerdo a su hijo), en la calle Teniente del Rey núm. 16; cien
mil pesos para un Hospital de enfermos en La Habana, a cargo de las Hermanitas
de los Pobres y, en su defecto, de las Hermanitas de la Caridad; la cantidad de
diez mil pesos para distribuirlos en misas y limosnas en a ciudad habanera a partir
del día siguiente en que se tuviera noticia de su fallecimiento; diez mil pesos
para que, impuestos, se destinasen sus rentas a sostener decorosamente el
panteón familiar levantado en el cementerio de San Fernando, en Sevilla, donde
ya reposaban los restos de su marido, de su hijo Manuel María Parejo Benítez de
Lugo, de su madre Rosario Pérez y de su hermano José María Benítez. A la
iglesia de la Merced de La Habana legó las dos casitas de su propiedad
contiguas a dicha iglesia, para atender con lo que rentasen a la fiesta de la
Virgen de los Dolores; legó sus fincas de Puente Genil a las hermanas de su
marido; e instituyó únicos y universales herederos a sus cuatros sobrinos carnales,
hijos de su hermano Antonio Benítez y Pérez.
Estación de ferrocarril de Bejucal, la más antigua de Cuba y latinoamérica |
Mención aparte, por cuanto nos
concierne a los pontanenses, es su legado testamentario para la construcción en
Puente Genil de un Hospital para ancianos y enfermos. Juan González Solano
defiende que una vez instalada en la península, Susana Benítez se acercó a
Puente Genil para conocer el pueblo natal de su marido y a su familia política.
No pudo conocer entonces a su cuñada, la hermana de Antonio Juan, María
Encarnación Parejo y Cañero, condesa de Casa Padilla porque murió un año antes
de su viaje a la Metrópoli (noviembre de 1868), mientras que el Conde lo haría
poco después, en enero de 1869. Imaginamos que sí conocería a quien fue segundo
Conde de Casa Padilla, su sobrino Francisco de Paula Padilla y Parejo. El caso es que, con total
seguridad, como homenaje y en recuerdo a su marido, dejó previstos en su
testamento la suma de treinta mil pesos para la construcción del Hospital para
ancianos y enfermos, que debía estar a cargo de las Hermanitas de los pobres
(lo que no ocurrió, porque esta orden no puede aceptar rentas perpetuas). Como dispuso en relación con el colegio para niños pobres en Madrid, de igual manera consignó en su testamento, que de los treinta mil pesos previstos para el hospital asilo de Puente Genil, diez mil habrían de dedicarse a su construcción y veinte mil al sostenimiento del centro asistencial.
Teresa de Jesús Jornet e Ibars,
Santa Teresa de Jesús Jornet (canonizada por Pablo VI el 27 de enero de 1974), llegó
a Puente Genil en 1889 para la fundación del Hospital Asilo de Ancianos y
Enfermos a cargo de la congregación de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Puente Genil, pueblo agradecido, nominó la más ancha, la más hermosa y modernas
de su avenidas con el nombre de Susana
Benítez. Anteriormente la calle Susana Benítez se había llamado de Morales, en recuerdo del doctor Manuel Morales, quien se había distinguido por prestar gratuitamente sus servicios a los más necesitados. Precisamente conscientes del inmenso bien que tanto a la generación contemporánea a la benefactora cubana, como a las siguientes que en el tiempo sucedieran, habría de hacer aquel legado de treinta mil pesos, los concejales José Contreras Carmona (cuya biografía puede consultarse en este mismo blog), José Esteban Delgado Bruzón, Agustín del Pino Gil y Aureliano Borrego y Prada, presentaron una moción al Ilustre Ayuntamiento de Puente Genil en sesión de 29 de agosto de 1894 solicitando el cambio de nombre por el de Susana Benítez.
Antiguo Asilo e Iglesia en Puente Genil en calle Susana Benítez |
Residencia de Mayores e Iglesia actuales y vista parcial de la calle Susana Benítez |
Como guiño a la historia y a
aquel matrimonio, como recuerdo y consideración a Antonio Juan, nuestro
paisano, Puente Genil le dedicó también una calle de relevancia, precisamente
la que une la Cuesta del Molino con la calle Susana Benítez. Nos gusta pensar
que de esta forma, enlazando la calle Parejo y Cañero con la de Susana Benítez,
Puente Genil ha conseguido lo que el tiempo y la propia naturaleza humana impidieron:
unir por siempre, agarrados de la mano, a Antonio Juan con su amada Susana.
Fuentes consultadas:
- Apuntes Históricos de la Villa de Puente Genil, Sevilla, imprenta de Gironés y Orduña, calle Lagar 3, año 1874. Autores Agustín Pérez de Siles y Antonio Aguilar y Cano.
- El Libro de Puente Jenil, Puente Genil, imprenta Estrada Muñoz 1894, autor Antonio Aguilar y Cano.
- Geneanet
- Revista El Pontón, órgano de difusión de la Asociación Amigos de Puente Genil,
- número 34 (junio 1989), Portada, autor Francisco Luque Estrada, Cronista Oficial de la Villa.
- número 203 (noviembre 2004): Parejo y Cañero, de Puente Genil a La Habana, autor Juan González Solano 211.
- número 204 (diciembre 2004): Susana Benítez, autor Juan González Solano 211
- número 211 (julio / agosto 2005): Calle Parejo y Cañero, autor Antonio Illanes Velasco, Cronista Oficial de la Villa.
- Diario de Madrid 13-04-1845
- La Unión, diario católico monárquico, de 01-06-1887
- Legislación Ultramarina concordada y anotada por Joaquín Rodríguez de San Pedro, Tomo IX, 1867.
- Archivo Histórico Nacional: Portal de Archivos Españoles, del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
- Opus Habana núm. 48, revista del Historiador de la Ciudad, “La calle Obispo”, autor Arturo A. Pedroso Alés.
- Del pasado al presente en la casa Teniente Rey 60, en la Plaza Vieja, publicado en la revista Cuba arqueológica, publicación del Gabinete de Arqueología de la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, autora Rebecca Ortiz Linsuaín.
- Habana Radio. Calle Desamparados 10-10-2014, autora Yamira Rodríguez Marcano.
- Habana Radio. Antiguos almacenes de depósito San José 07-03-2014, autora Zenaida Iglesias Sánchez.
- La huella de las mujeres en Puente Genil, Ayuntamiento de Puente Genil, 2004.
- Caballeros de la Orden de Calatrava que efectuaron su ingreso durante el siglo XIX, autor Vicente de Cadenas y Vicent, 1976.
Hola la senora Susana es mi tatarabuela no sabia tanta informacion sobre su vida
ResponderEliminarBuenas tardes,
EliminarSería muy interesante si usted pudiera compartirnos información que desconozcamos de ella: fotografías, anécdotas, documentos, curiosidades... En Puente Genil se mantiene viva su memoria.
De dejo mi dirección de correo por si quisiera comunicarse: pontanosilustres@gmail.com
Saludos
mi abuela solia hacerme cuentos de ell cuando yo era un nino
ResponderEliminarHola,soy Javier parejo familia directa de parejo y cañero y de Susana Benítez y de la condesa Encarnación parejo de casa padilla.
ResponderEliminarBendita estirpe, tocayo.
EliminarUn abrazo
Hola y muchas gracias por esta interesante información que comparte.... soy Enrique Carrillo de Albornoz, tataranieto de Antonio Benitez, hermano de Susana (mi abuelo paterno era Andrés Carrillo y Benitez) - saludos y todo lo mejor a mi primo Javier, a quien a quien tengo el gusto de conocer por este medio hoy día :) - mi correo: enanca@gmail.com
EliminarGracias por tan importante información, desde Bejucal, Un saludo.
ResponderEliminarSaludos afectuosos desde Puente Genil
EliminarInteresante aportación biográfica. Sin embargo, en ningún momento menciona que Antonio Juan Parejo fue testaferro de su íntimo amigo, el duque de Riansares en la empresa Agustín Muñoz y Cia, empresa dedicada como sabe, entre otros negocios, a la importación y venta de esclavos bozales que, o bien eran empleados en los propios ingenios azucareros de la empresa, o bien se revendían dentro de la propia isla con pingues beneficios después de la prohibición. La historia muchas veces es dolorosa, pero por eso no hay que cerrar los ojos.
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